martes, 21 de junio de 2011

La nueva mujer cauta

Aunque han pasado menos de cuatro semanas, en realidad el tiempo se ha alargado de tal manera que para mí han pasado años. Mi vida dio un vuelco inesperado el fin de mes de mayo, y terminé hecha pedacitos que daban pena. Pero eso ya no es así el día de hoy.

Yo la verdad siento que he cambiado mucho, a pesar que no ha pasado mucho tiempo. Lo primero: sobreviví. Una noche antes al "evento" yo estaba tan destruida que no hacía más que llorar y pedir al Altísimo que me llevara porque ya no podría vivir luego de todo. Menos mal, el Altísimo sabía que luego cambiaría de opinión y que sí tendría las fuerzas para sobreponerme a todo mi dolor y seguir adelante. Dios nunca manda más de lo que uno puede soportar, y aunque yo creía morir, en realidad me estaba preparando para vivir de otra manera.

Los días que siguieron fueron terribles. No hacía más que llorar y vivir en un estado casi catatónico. Estaba mal, quería llorar siempre, y pocas veces me aguantaba. Menos mal tenía la distracción del trabajo, aunque los primeros días no me quería ni levantar para ir a la chamba, porque se me escapaban las fuerzas físicas. Estaba hecha pedazos, porque la situación todavía no la asimilaba del todo, aún me quedaba de la mujer ansiosa y llena de rabia en la que me había convertido, y como SÑ ya no estaba, yo no tenía una pared contra la cual rebotar todas esas emociones. Sentía una enorme soledad y mi corazón se sentía más vacío que nunca, rodeada de tantas personas, llena de tanta gente alrededor mío, pero a la vez sin nadie. Solo me quedaba encerrarme en mí misma. En lo poco que quedaba de mí.

* * *

Pasaron los días y también fue pasando el dolor. Poco a poco me fui recuperando, me sentía mejor y ya no era que tenía que fingir una sonrisa, sino que sonreía de verdad. La vida ya no me parecía tan oscura, y aunque me sentía igual de sola o hasta muy triste, ya no tenía ganas de morir. Quería vivir. Fuera sin SÑ o con él todavía en mi vida, quería vivir, rehacer las cosas y poder encaminarme de nuevo. Agradecí a Dios por no haberme llevado cuando se lo pedí, y empecé poco a poco. Un día a la vez (como sigo haciendo todavía), viviendo de a pocos las cosas. Entonces, poco a poco la ansiedad y la rabia también se fue. Ya no me quedaba ningún otro sentimiento negativo más que la tristeza, pero prefería estar triste a estar como antes, esperando de SÑ cosas que él no me podía dar. Esta vez no era de la boca para afuera: esta vez era de verdad. Me di cuenta que ya no esperaba a SÑ, que él ya no era el centro de todo, aunque en ningún momento dejó de estar en mis pensamientos. Siempre se me escapaba su nombre bajito, ya fuera escuchando una canción, trabajando o de noche antes de dormir. Era como un rezo: era pedirle que regrese, aunque de cierta manera eso ya no me emocionaba como antes. Si SÑ se iba en silencio y no regresaba, yo seguiría igual.

Pero regresó. Un día SÑ llamó y yo no tuve razones para esconder mi emoción al verlo. Unos días después lo volví a ver, y estuve feliz de que habláramos como antes. Me di cuenta que mi amargura ya no estaba, aunque mi ansiedad quiso salir nuevamente a la luz, no la dejé. Esta vez yo controlaba mis emociones, no mis emociones a mí. Y esta vez SÍ funcionó. SÑ volvió y le di la mejor de mis sonrisas, y en mi interior agradecí el poder verlo con felicidad real.

También agradecí todo lo vivido con él. Todo el cariño que me dio, las cosas que me enseñó y como formó mi vida de adulto. Gracias a él es que hice esta transición de una manera un tanto alocada, pero mía al fin. SÑ fue el gestor de lo que soy ahora, y ahora soy una mejor mujer.

Recuerdo que antes tuve un dolor enorme. Pero hace muchos años. Lloré meses con eso, me sentí mal y me alteré de cierta manera. Pero luego de llorar y sentirme mal, me levanté y me levanté siendo un mejor ser humano. Me hice mejor que las personas que me lastimaron, supe distinguir muchas cosas y aprendí a caminar de nuevo. Creo con SÑ es lo mismo: él me enseñó muchas cosas, pero su partida (aunque fuera temporal) me enseñó a ser una mejor mujer. Aprendí a como ser mujer, a ser femenina y esas cosas que no sabía todavía de mí misma debido a mi crecimiento tardío en todo. Ya no era solo una joven con el pensamiento de una chiquilla, sino una joven adulta. Ahora me siento un poco más así, y me siento mejor. Claro que no soy perfecta, porque todavía tengo cosas tremendísimas, pero creo que soy mejor.

* * *

En mi interior poco a poco voy entendiendo todo. Incluso la tristeza se me irá pronto y yo podré ser más yo misma de lo que era con la ansiedad y la amargura encima. Ya puedo hablar de eso libremente sin dolor alguno, pero me lo tomo con calma. No quiero dejar mi corazón andando libre por el mundo, porque corre el peligro de ser manoseado de mala manera, de salir lastimado. SÑ fue lindo, lindísimo, y yo lo quise con locura (literalmente, seriously), y aún lo quiero mucho, pero también me lastimó lo que hizo. Y aunque tal vez nunca lo entienda, lo acepto a final de cuentas. Eso no quiere decir que lo quiera menos, pues aún cierro los ojos y puedo verlo sonriendo en mi mente, y mi corazón late como el primer día. Todas mis emociones las guardo adentro. Ya no pueden correr libres, y ¿saben algo? mejor así, porque quiero guardar todo esto tan lindo en mi interior.

Y esta noche puedo decirlo todo: espero que sea feliz. Yo lo querré siempre, lo amaré siempre, y nunca lo olvidaré. Lo extraño mucho, y aún me ponen triste ciertas cosas. Pero ya sé que puedo seguir adelante. Si soy cauta, puedo, si me mantengo así por un tiempo, podré. El futuro aún me espera. Y tal vez SÑ forme parte de él de alguna manera u otra. Así me gustaría. De cierta manera, así lo espero.