martes, 7 de febrero de 2012

Lisbeth y yo

Hoy fui a ver la versión americana de "Los hombres que no amaban a las mujeres". Ni muerta diré que fui a ver "La chica del dragón tatuado", ¡qué espanto de nombre!

(Spoiler alert!)
Cuando veo a Lisbeth mirar como se aleja Mikael, pienso en si ella y yo tendremos algo parecido. Se me ocurre que en algo podamos ser iguales, en lo antisociales, en lo inteligentes (aunque no en el mismo grado)... en lo locas. Y en que ambas hemos estado solas por mucho tiempo, por culpa de los hombres. Al menos en alguna parte, por culpa de los hombres.

* * *

Leí por ahí que cuando Stieg Larsson pensó en un personaje femenino para su novela, se preguntó cómo habría sido Pippi Calzaslargas en el mundo actual. Si hacemos la comparación, para los que no sabemos mucho del personaje, no imaginos a la heroína de medias largas y cabello loco como alguien que sea capaz de hacer lo que hace el personaje de Lisbeth Salander en la trilogía de novelas "Millenium". Pero seguramente las circunstancias la llevarían a eso, a que cuando madure se vuelva alguien que no se ajustó bien a las normas sociales (muchas veces de doble moral) y que por ello es rechazado. Si, de repente por ahí que tengan algo parecido, que ellas y yo no seamos distintas. Recuerden que yo también rechacé las normas sociales, al tener una aventura con un hombre comprometido, y encima seguir viéndolo.

Y, ¿saben algo? Estoy igual de loca que Lisbeth, porque no me arrepiento de esa relación clandestina. ¿Te arrepentirás tú, SÑ?

Pero no es de SÑ que hablo en este post. Bueno, pero de repente también tenga algo que ver el hecho que lo vi hoy día. Lo sigo queriendo desde el primer día, y tuve muchas ganas de decírselo, pero me quedé en silencio. Mi mejor arma es el silencio, y la apariencia de que estoy sometida al mundo, cuando en realidad no es así. He aprendido que esta es la mejor forma de obtener lo que quiero. ¿Eso me hace más loca? De repente.

Me veía igual de loca cuando salí de la sala. Parecía catatónica saliendo del cine, absorta con las imágenes aún en mi mente. Pensé en este post apenas salía, y en que me siento igual que Lisbeth: traicionada por la sociedad, abandonada por ella. Caminé pensando en que quiero escribir igual que Stieg Larsson. La novela me inspiró, me inspiró para investigar, leer y escribir, todo eso que yo era y que olvidé en algún momento, pero que ahora recuerdo. Pensaba en mi madre, que la otra noche me preguntó cuál era mi sueño para el futuro, pero no respondí. Ahora lo respondo: escribir. Ese siempre fue mi sueño, fue lo que siempre quise y aún quisiera hacer.

* * *

Regresé a casa con la 16° Edición de "Los hombres que no amaban a las mujeres". Me lo quiero devorar. Y si, Lisbeth y yo andamos en la misma, igual de complicadas y difíciles, dispuestas a todo aunque así no lo parezca. Claro, la mujer es más inteligente que yo y merece toda mi admiración, pero... aún estoy buscando ese pero. Somos iguales, somos locas, somos todo. Somos capaces de ser lo que deseemos.