lunes, 9 de julio de 2012

¿El inicio del fin, o qué?

¿Qué es esa sensación que me dice que el final de todo esto con SÑ está más cerca de lo que creía?

Quiero dejar algo en claro: quiero a SÑ. Y hasta hace unas semanas yo estaba cien por ciento segura de que él también me quería a mí casi con la misma seguridad, que "El evento" no había alterado ese cariño y que todas las dudas residían en una parte muy oscura de mi cerebro que cada 28 días reflotaba solo para hacerme daño. Pero ahora no puedo decir eso.

De repente sea como me dijo un amigo una vez: cuando un hombre piensa en una sola cosa, no puede pensar en otra, su cerebro no está diseñado para hacerlo. Siendo que SÑ anda muy ocupado con el trabajo y otras cosas, de repente sea eso. De repente simplemente ha dejado de ver, producto de sus ocupaciones y preocupaciones, que sigo frente a él con el corazón en la mano.

Ya, ya, no quiero pecar de dramática o sobre romántica. Hace poco tuve un problema con un compañero de trabajo demasiado melancólico para mi gusto, y todo porque tenía un "crush" conmigo (enfatuamiento, dígase, si es que así se traduce del inglés). Primero empezó deprimido, luego de unos días pareció volver a la normalidad, luego para comenzar un contra ataque. Literalmente, un contra ataque: criticó de la peor manera todo lo que salía de mi boca o de mis manos, de repente con la intención de bajarme del altar en el que me había subido. Finalmente, volvió a su estado melancólico y me pidió disculpas, pero de un momento a otro volvió al ataque. Y luego me invitó a salir, pero yo lo rechacé. Ahora no me habla.

De repente eso es bueno, ¿no? Me ha ahorrado el trabajo de mandarlo al cacho, cosa que yo hubiera hecho de la manera más dolorosa y cruel posible, con lo fastidiada que me tenía. Es mejor así. Y veo a este compañero de trabajo, y siento que me reflejo un poco ahí. De repente, ¿yo era así hace un par de años con SÑ?, ¿de repente sigo siendo así?, ¿de repente soy una enfatuada sin remedio? Tal vez estoy destinada a llevar un eterno partido de tenis con él, tirando la pelota de una cancha a otra, sin que haya ganadores o perdedores, tan solo lanzando la pelota de un lado a otro, de un lado a otro, sin nunca acabar, sin nunca mejorar, tan solo por quedarme ahí, en el juego.

¿Todo por quedarme en el juego?, ¿acaso este amor que yo digo sentir se ha vuelto tan solo las ganas de no renunciar al juego?, ¿costumbre, como le dicen? Si es así, en este caso creo que soy yo la que le está facilitando las cosas a SÑ, pues probablemente él esté esperando que yo le diga algo así como que esto no va más y hacerlo libre de mis estupideces para finalmente dedicarse a su vida luego de "El evento". Si, si creo a SÑ capaz de algo así. Lo siento. Eso no hace que lo quiera menos o más, solo pienso así. Estoy segura que él debe tener mil ideas de mí, las cuales pueden estar cerca o lejos de lo que es mi verdadera personalidad.

Todo esto que siento no lo hace ni bueno ni malo, así como no me hace ni buena ni mala. De repente cucu, pero no las otras anteriores. Es que a veces siento que su interés por mí decae por temporadas, y esta vez él empieza el saque en el interminable tenis: mientras él no me dice nada de su alejamiento, yo empiezo a correr por la cancha, intentando darle a las pelotas que me lanza e intento adivinar el por qué de su actitud: chamba, personal, deporte, vida después de "El evento". Nunca lo sé. Al final, luego de haber sudado y haberme vuelto casi loca con todos los pelotazos, SÑ me lo dice: nada siniestro o telellorón como me lo imaginaba. El mundo sigue igual, la tierra sigue girando en paz.

Aunque el otro día leía de que los hombres también tienen temporadas en las que se alejan, porque necesitan recuperar su espacio personal y todo eso. ¿Será eso?, ¿estaré viendo fantasmas donde solo hay figuras de lo más normales? Solo SÑ me puede decir eso. La pelota está en su cancha.