domingo, 8 de diciembre de 2013

Distancias

Seré sincera, pero sin caer en la histeria. Dios me ayude.

Hace casi dos meses que no había visto a SÑ cuando lo encontré el viernes a la salida. La distancia sería de aproximadamente cincuenta metros y él nunca me vio, pero yo lo vi por un instante que parecía una eternidad. El sol de la tarde brillaba en lo alto y yo estaba en el bus que me lleva a casa, parada mirando hacia la calle por donde él salía con su auto. A pesar del tiempo transcurrido pude reconocerlo, nunca lo olvidé. Le había pedido a Dios que me concediera la misericordia de verlo aunque sea de lejos, que me diera la oportunidad de volver a ver a ese hombre a quien tanto extrañaba, con quien había hablado mucho por teléfono o Internet, y me concedió esa misericordia.

Lo que aprendí el viernes es que Dios realmente es misericordioso, pero también que tiene un sentido del humor muy extraño. Sino, ¿por qué hizo que viera a SÑ de lejos, pero acompañado por ECN?

Cuando vi que ambos estaban en el mismo auto, como en mis peores pesadillas de hace medio año, sentí una escalada de cólera que iba creciendo como el rugir de un volcán en actividad. Había una parte en mi cerebro que se esforzaba por mantener la razón, pero yo solo quería bajar del bus, correr hacia ese auto y hacer una escena sacada de las novelas, de películas, y del vídeo musical "Hot n' Cold" de Katy Perry. Por unos instantes, la razón me hizo dudar: ¿y si es MH? No la había visto bien, así que todavía mantenía la esperanza de que fuera cualquier persona, menos quien yo imaginaba. Mi bus se adelantó y quedó parado en un paradero a unas cuadras más adelante, mientras el auto de SÑ quedaba atrapado en el tráfico que se formaba más atrás. Si su auto iba a la izquierda, me pondría a llorar, pero vino en mi dirección, hacia la derecha. Yo estaba sentada al lado de la ventana, con la mejor vista que me permitiera identificar a su acompañante. Cuando su auto pasó al lado de mi bus, el tiempo se hizo lento, eterno, pasó de tal manera que yo tuviera el chance de identificar a quien estaba ahí: era ECN.

Este post estaría lleno de cólera si no fuera por cómo vi a ECN esa tarde: tenía la cara de quien no está feliz de estar donde está, totalmente seria, sin hablar, tan solo muy seria, mirando el camino. De repente la cólera que ya estaba al borde, se esfumó como si no hubiera existido, dando paso a lo que hace ya casi dos meses está ahí: la tristeza. No era de esas tristezas que tienen a canciones de Sin Bandera o Jesse & Joy como fondo musical, sino un fondo de José José, algo que realmente implica tristeza y la pena de quien no sabe si volverá a ver a su gran amor: El Triste (que, irónicamente, sonó en el bus cuando ya estaba llegando a casa). Y la verdad, es que la cólera había desaparecido, dando paso a la tristeza y a un poco de resentimiento.

¿Por qué SÑ no ha tenido tiempo para verme a mí, pero puede jalar a ECN? Es lo que me preguntaba, y con tristeza. Aclaro que es tristeza, porque no quiero que SÑ malentienda mis emociones: realmente me molesté cuando lo vi, pero luego ya no, solo estaba triste. Hace casi dos meses que no lo veo y es porque al parecer MH ha descubierto la cuenta de Internet que usábamos para comunicarnos. SÑ me dijo que cuando MH lo confrontara podríamos volver a hablar con normalidad...pero eso no sucedió. Yo he tenido paciencia, y la sigo teniendo, porque lo quiero y no quiero separarme de él, pero pensé que la distancia que marcaba conmigo la marcaría también con otras chicas. Me equivoqué.

Remarco: no estoy molesta, pero sí muy triste. Hace unos días le dije a SÑ por qué ya ni siquiera podíamos juntarnos para almorzar, y me dijo que es porque al parecer gente allegada a MH rondan cerca de mi zona de trabajo, así que para evitar que nos vieran era mejor evitar esos encuentros. Yo entendí y hasta ahora comprendo que a él no le gustaría que lo encontraran conmigo para no tener un momento incómodo, ¿pero esa regla no podía aplicarla a ECN?

No puedo ser solo quejas y reclamos: SÑ lo ha intentado. Al inicio de nuestra obligada distancia, él no me hablaba y yo de verdad que estaba mal, pero cuando le dije que por favor no me cortara la conversación, él accedió y comenzó a hablarme más seguido. Ahora que conseguí una cuenta en un servicio de conversación, los diálogos se han dado de forma más seguida y de verdad que estoy muy agradecida por estos detalles. Siempre ha buscado hablar conmigo, aunque sea por medios virtuales, y eso me ha tranquilizado mucho. Me hace saber que me quiere y que todo el tiempo y esfuerzo que invierte en contactarme no es solo por algo carnal: debe ser cariño de verdad.

Por ello estaba triste el viernes. Pero estaba tranquila, como lo estoy ahora, porque me siento de alguna manera más segura de los sentimientos de SÑ por mí. No me pregunten por qué, solo me siento un poco más segura ahora. El viernes en la noche me escribió, y tuve las ganas de decirle que había visto a ECN en su carro y decirle todo lo que le he dicho ahora, pero en forma más desordenada y resentida. No lo hice, porque cuando antes le reclamé en situaciones similares, SÑ pensó que los encuentros se debían a que yo lo acosaba (o algo así, algo similar) y que no era por cosas fortuitas que pueden suceder en la vida. Aunque no lo crean, he aprendido a tenerle miedo a SÑ en muchas cosas, por eso creé este blog, para tener una forma de catarsis, algo que el Facebook no me permite hacer, pues MH vigila eso también, y lo único que tengo para soltar lo que tengo es escribir aquí, pero lo hago después de dos días, para que mis palabras suenen con menos dolor y con más cariño. Esa es mi intención:

decirle a SÑ que lo quiero, que lo entiendo y estoy dispuesta a lo que sea necesario, pero que tampoco espere que aguante siempre esto. No puedo aguantar siempre, pero tampoco estoy dispuesta a separarme de él. Qué cosas, ¿no?

Ahora imagino que SÑ se enterará de lo que vi el viernes. Solo espero que no se moleste y no piense que lo acoso y sepa que esto solo se debió a Dios, su misericordia y extraño sentido del humor, esos misterios que no entendemos a veces, pero nos sirven siempre para una reflexión sea verbal, mental o escrita.