sábado, 27 de noviembre de 2010

Malestar, here I go again

I'm really done with some things. Just that.

Ayer ya me sentía mejor y creía que era el momento justo para volver a ver a SÑ luego de dos días de haber sentido su ausencia. Bueno "sentido" ya que en realidad estuve más preocupada en mi salud que otra cosa. Creo que hasta me sorprendí un poco al darme cuenta lo muy interesada que estaba en mí y lo poco que empezaba a pensar en él. Y que todos esos pocos pensamientos fueran enteramente buenos y hermosos recuerdos.

Ayer me iba a sacar a pasear. No me puedo quejar: siempre la paso genial con él. Hacemos chistes malos, probablemente nuestras voces sean capaces de dejar sordos a los transeúntes cuando cantamos (resulta que a ambos nos encanta "Let the sunshine in", y eso me encanta), y comentamos lo que siempre tenemos en común. El "codo a codo" se hace más claro cuando hablamos de temas que entendemos y en la que a veces nos damos la razón mutuamente.

Creo que puedo decirlo ya: estoy más contenta con él que antes. Me libero poco a poco de mi amargura sin la necesidad de alejarme de él por temporadas largas como había planeado unos posts antes. Ya no necesito llorar luego de cada salida, o llorar en las noches. Ya me siento un poco más libre de mí misma. Puedo decir que el páramo poco a poco llega a su fin, y eso me alivia tremendamente.

Sadly, luego del encuentro, un poco de mi malestar regresó. No, no el emocional, no el drama (aunque no se dio a entender así) sino mi malestar físico. Empecé a sentir sensibilidad en el cuerpo, las manos los pies y el cuello se me calentaron y me sentía afiebrada. Por supuesto, la cabeza también me dolía, pero creo que pude controlarlo. Pasamos por una farmacia y compré una pastilla para el malestar que me tomé al instante, aunque sus efectos no fueran instantáneos. Aún tenía ese malestar cuando estaba lista en la avenida para tomar el micro que me dejara en casa. SÑ se fue, y no quise retenerlo. De verdad, no quería, ¿para qué? Yo estaba segura que me sentiría bien. Aunque parada en el paradero no me sentía así para nada. A veces la sensibilidad física también me da cierta sensibilidad emocional. De un momento a otro, en la noche, empecé a sentir ganas de llorar, quería sollozar. Pero me calmaba, me decía a mí misma que esta no era la nueva yo. Que no había necesidad de nada de eso y que iba a estar bien, aunque físicamente no sintiera así.

El carro llegó y tuve que estar parada gran parte de ese viaje. Me seguía sintiendo mal y de repente la pastilla comenzó a hacer efecto. Empecé a sudar un montón, a sudar mi malestar, y encima con la chompa negra que tenía puesta y el calor del motor y las luces del vehículo, era peor. Sentí que olía, ¡era espantoso! Y hasta un poco divertido. La gente me miraba. Yo no miraba a nadie, solo esperaba que el vehículo avanzara lo más rápido posible. Mi sensibilidad no paraba. Y me distraía con cualquier otra cosa, esperando el efecto de la pastilla. Entonces, en mi distracción, sentí un aroma que pudo haber sido el caos para mí en otros momentos.

Diablos. Inevitablemente real.

El... tipo... a... mi... lado... huele... deliciosamente... igual... que... SÑ. Merde. Y... muy... fuerte. Recontra merde.

Creo que de un solo respiro me acabé su aroma. Era igual de bueno. Me sentí mal. Es como si lo bueno y lo malo hubiera estado ahí mismito, frente a mí. Sentí que si volteaba lo vería mirándome con seriedad, con la luz de sus ojos apagada y con su sonrisa que me hace feliz. Demonios. ¿Saben qué? En ese momento solo quería llegar a casa y sentirme bien. Me olvidé del perfume, pero al llegar más al fondo del micro, vi a una pareja abrazándose y besándome con pasión y ternura. Ah, no, no podía.

Durante buena parte del trayecto aún me sentía mal, pero no dejé que eso me desesperara. No pues. Yo ya no era así. Estoy en fase de cambios, de nuevos descubrimientos, de amargura off, nueva vida on. Y SÑ no podía solo ser el total de mis pensamientos, aunque así fueran mis posts en este blog medio caleta. YO QUIERO MI VIDA. Ya estaba cansada realmente de las frustraciones y la cólera. Conforme el malestar me fue pasando mientras el carro seguía su curso por la Javier Prado, yo también me iba sintiendo mejor por dentro. El sudor se llevaba mi dolor emocional y aunque me encontraba sola y pensando en él, ya no me sentía triste. Si tenía que luchar contra mí misma, ese era el momento, y eso también implicaba no dejarme llevar por lo exterior. Estaba cansada y parada en un micro sin posibilidad de asiento. Una huevada así no me iba a poner mal.

Saqué mi celular y mis audífonos. Y escuché esa canción que nos encanta y que escuché aquella mañana de jueves buscando fuerzas para salir a luchar: LET THE SUNSHINE IN (en la versión de "The Flesh Failures"). Ya estaba bien. La música de mi celular me distrajo y la fatiga no estaba, y ya entonces mi malestar era inexistente. Estaba bien.

Entrando a Santa Anita ya estaba sentada. Estaba bien, casi contenta. Así llegué a mi casa, aún con el estómago delicado, pero sana y salva de mi enfermedad y de mí misma. Estaba aliviada.

* * *

Esa noche dormí tranquila. Me sentía en paz. Y descubrí que podía luchar contra mi páramo interior y salir victoriosa. Descubrí que ya no quería hacerme la víctima, o tampoco ser una. Quería estar contenta y librarme de mis cosas, aunque fuera difícil, porque mi vida todavía me pertenecía y mi espíritu seguía dormido en mi interior, esperando un nuevo nacimiento. Encontrarme perdida en esa esquina con malestar fue una representación perfecta de como me había sentido este tiempo en que aprendí a vivir sin SÑ: estuve mal, creí que esto me vencería, pero en realidad, nunca fue así. Y YO PUEDO, aunque todavía me de miedo lo que pueda venir después, porque es cierto que me asusta un poco lo que suceda. Aún no sé como reaccionaré cuando SÑ me de la fecha exacta de su boda. ¿Qué haré? No, todavía no quiero pensar en eso. Esto que me pasa tiene que ser poco a poquitos, un día a la vez. Así creo que tengo la victoria asegurada.

Creo que también debo hacer una depuración acá. Es decir, el blog es sobre mí misma más que sobre mi vida con SÑ. Como le decía al Fuhrer "no andamos fusionados todo el tiempo" (no es que el Fuhrer sepa, por cierto), y mi vida no es la de él y tampoco es viceversa. Al fin siento paz al momento de pronunciar esas palabras.

Al fin siento que puedo vivir a su lado sin amarguras. Poco a poco, me libero de SÑ, pero más que nada de mí misma.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Hígado, no me joderás más

un motivo más que suficiente para dejar de comer grasas, y por ende, bajar de peso.

Hay algo que siempre me ha tenido mal. Una dolencia física que de vez en cuando me ha mandado a la cama, y que la última vez que lo ha hecho me dio la voluntad suficiente para lanzar el victorioso grito de "¡Nunca más!". No more.

Lo que pasa es que yo siempre he sufrido del hígado. No hepatitis ni nada por el estilo, pero mi hígado nunca ha sido sano del todo y siempre he tenido que tener cuidado al momento de devorar lo primero que me pongan en frente. Por ejemplo: nada de grasas, o al menos no en exceso (ya relativizando), y moderarse con el alcohol, sobretodo con los tragos cortos. Si podía con eso, podía suficiente.

Yo estoy en estas desde hace mucho tiempo. Cuando todavía era adolescente sufrí por primera vez de esto. Recuerdo que fue una larga noche llena de vómitos y carreras al baño para amanecer media deshidratada y sin poder comer nada. Aún era bastante joven, claro, y lo que me pasó entonces desapareció en cuestión de horas. Ahora, a mis veintipicos, ya no parece tan fácil.

Me acostumbré a tener que sufrir esto de vez en cuando, sentirme un poco mal porque comí grasas exageradamente o tuve una borrachera de padre y señor mío que no había que repetirse. Claro, el alcohol es un maaaal enemigo. Y una noche de viernes que fui con el Fuhrer y demás compañeros de trabajo a un bar cerca a la Plaza San Martín, terminé bebiendo más de lo normal. Llegué hecha una piltrafa a casa, ni siquiera recuerdo bien cómo llegué, solo que crucé la calle y metí la llave en la puerta con mejor pulso que cuando estoy sobria. Fui al baño a miccionar, llamé a SÑ (que ya me quería mandar al cacho por andar de beoda, sola y a altas horas de la noche), y luego fui a "botar al gato". Puaj. La mañana siguiente mi rostro tenía puntitos rojos y amoratados por cada rincón, y era una muestra más de mi malestar físico. Claro, en unos cuantos días los puntitos iban a desaparecer, pero siempre fue incómodo verlos pues afeaban mi rostro en exceso. Todo exceso es malo, I repeat to myself.

Pero esta última vez fue demasiado. No solo fueron náuseas, no fue solo comer sopita de pollo y tomar gatorade o cualquier otro suero y esperar que me pase. Fue... ya... demasiado. Ni siquiera tengo el valor de mencionar lo que comí, pues el solo recordarlo hace que mi estómago suene y me lleve al baño. Pero fue grave. Bastante grave. Estuve bien durante la tarde del martes, pero al llegar a casa sentí que me dolía la cabeza, y no solo eso: me dolía el cuerpo. Tenía un malestar que no sentía desde la vez en que me enfermé porque SÑ me terminó, y además, náuseas y mareos y un malestar estomacal asqueroso (buena definición).

He estado así todo el día miércoles. No podía comer, aunque quisiera, porque lo devolvía. Los puntitos rojos y morados en mi cara abarcaron casi toda mi cabeza, hasta el cuello. Con paciencia me fui deshaciendo de todo, sin azúcares, comiendo despacio y en pocas cantidades. Luego de un santo remedio que fue el agua con limón sin azúcar, pude tener una cena tranquila y comer una manzana que me refrescó bien. Esa noche ya no vomité ni me sentí tan mal. Pero ayer en la mañana, al venir a la oficina, si me puse mal. Tuve que volver a casa, sufrir un poco más de malestar y revivir. Y vivir para poder cuidar bien de mi organismo.

Ya mucho chongo, esto de verdad que me pareció suficiente. Ya no quiero volver a sentirme de esta manera, y menos comer comida de mierda que me mande a la mierda. Quiero comer sano, y no lo digo como un capricho, sino con la sinceridad de una ex convaleciente. Es hora de cuidarme, soy joven pero no como en las épocas escolares en la que todo era fácil. Llego a mis veinticinco con el organismo de alguien mucho más mayor y eso no está bien. No lo será si sigo con estas andanzas. Voy a comer sano, y lo haré desde ahora.

Será una ventaja: comer sano implica también bajar de peso. Puede que no resulte tan malo después de todo. Pero más que eso es el no querer ser víctima nunca más. Si pude hacerlo con mis emociones, debe de ser mucho más fácil con mi físico, ¿verdad?

martes, 23 de noviembre de 2010

Saca tu machete, Cipriano


Hoy mientras el Micro de la Línea 91, Ate-Surco, cruzaba por el puente que da a la Avenida Abancay, pude observar en un Volskwagen Samba que iba al lado una noticia en un periódico que leía el pasajero del Samba: “Masacran a hincha crema. Pandilleros de Alianza Lima lo atacaron con machete y arma de fuego”.

¿En qué mundo estamos? Obviamente no es el primer caso de asesinato que he escuchado, pero es uno de los muchos que se han registrado en estos últimos días. Estamos hablando de días. Definitivamente es alarmante la manera en que este tipo de crímenes violentos se han magnificado en nuestra ciudad. Además de indignación, es inevitable sentir cólera. Y preguntarnos ¿por qué?

* * *

Cuando leí la noticia, la palabra “machete” me regresó a la película del mismo nombre y que ha sido estrenada hace poco en las salas peruanas. En la película, Danny Trejo es un ex federal mexicano al que contratan para cometer un asesinato, el cual no realiza y resulta siendo traicionado y utilizado por quienes lo contrataron. Se descubre una chanfaina de mafia en que la que se involucran temas de política, droga e inmigración. Machete, que es como se llama el personaje, más que armas de fuego, utiliza armas blancas para destrozar a sus enemigos, como en la “memorable” escena en la que le corta el abdomen a un sujeto y utiliza su intestino para colgarse de una ventana.

Violento por donde se le mire, pero ¡hey!, así son las películas del tío Robert Rodríguez. Mucha sangre, mucha violencia, muchas chicas guapas… y obvio, mucho sexo. A mi parecer, la película es (como le dije a SÑ cuando la fuimos a ver) “buena para su género”. Eso es todo. No me parece un Kill Bill, un Desperado o nada de eso. Es solo una película que hace honor al género para el que fue creado, con escenas graciosas y momentos divertidos. Pero una película no está hecha solo de buenos momentos, sino las películas de Joel Schumacher estarían siempre nominadas a premios de la crítica. No, de hecho que eso no sucede.

Pero más allá de si nos gustó la cinta o no, lo que me comienza a preocupar desde la noticia que leí hoy en la mañana es acerca de si este tipo de películas pueden realmente tener influencias negativas en los chibolos de ahora. Me parece demasiado desfasado para ser verdad, pero también es cierto de que en cada esquina siempre hay un idiota que termina creyéndose apto para este tipo de venganzas, además de las acciones que estas conllevan. Probablemente nuestros papás tenían razón al prohibirnos cierto tipo de películas, y en realidad estamos propensos a seguirlas de ejemplo para cometer crímenes que enmarquen titulares como el de esta mañana.



De algo puedo estar segura: los chibolos, niños y adolescentes de esta nueva época, tienen uno que otro fusil zafado. Claro, no es que eso sea novedad, pero la cosa es que no solo se reúnen para fumar o se escapan del colegio a salir con chicos, sino que ahora pueden tener sexo a edad temprana, pueden drogarse, beber alcohol hasta el borde del coma etílico… y claro, cometer delitos tan cruentos como podría hacerlo una persona adulta. Es que ninguno de nosotros puede decir que se encuentra todo el tiempo en sus completos cabales, y en el caso de los adolescentes su estado de confusión mientras deciden el tipo de personas que van a ser es justamente el lado más débil de esa personalidad que busca nutrirse del mundo para poder definirse a sí mismo. Si a un adolescente que todavía está muy inseguro de lo que es o quiere hacer le pones una película violenta, probablemente le vacile y se divierta. Añádele a ese adolescente una pizca de problemas familiares o hasta trastornos de la personalidad: tu resultado sea probablemente la noticia que leí. O incluso el joven que mató a su enamorada porque lo iba a dejar… o el joven que mató a su hermano porque se habían levantado (y comido, quien sabe) a la misma chibola.

Y si hablamos de violencia, podemos hablar de putería. Probablemente muchas mujeres progresistas me colgarán del primer árbol, pero chicas, tenemos que admitirlo: ¿no creen que una jovencita de 14 años que cuelga fotos enseñando el escote y en una falda demasiado corta para nosotras, no se está portando como una puta? Y adivinen de dónde aprende eso. Me remito nuevamente a Machete: probablemente esas adolescentes ven a su ídolo de infancia convertida en semejante pendeja, y se dicen “si ella puede, ¿por qué yo no?”. Seriously, girls? Una ve a Lindsay Lohan convertida en semejante mujer, y piensa que puede verse bien y todo en un momento… pero ¡por favor! Si no se marca la diferencia entre la adolescente del HI5 y el Facebook que quiere salir como esas mujeres de una vez, tendremos más casos de chiquillas que salen con pandilleros-buenos-para-nada-vagos-de-porquería y terminan en caminos que sus padres nunca imaginaron (por no decir: ASESINADAS).



No, antes que se pongan a patalear, hijas de Simone, debo aclarar algo: no creo que la chica haya sido asesinada debido a ser una ruca. Tampoco la conozco o la he visto para decir que haya sido una puta y que eso haya causado su muerte. Pero algo es cierto: hay muchas menores de edad que creen que actuar como una “Lolita” es de lo más cool y eso las lleva a actuar de maneras que superan por mucho a la ficción. Yo por lo menos, creo que es indignante que esas mocosas que ni siquiera han rellenado suficiente el brassiere quieran mostrar actitudes que no les corresponde.


No quiero leer más noticias que involucren machetes. O jóvenes putas. ¡Es demasiado! ¿Qué le estamos enseñando a los jóvenes ahora? ¿Acaso nos hemos vuelto demasiado egoístas como para ocuparnos si quiera en enseñarles lo que está bien y mal para que puedan escoger? ¿Qué clase de personas pueden ser los padres que permiten semejantes crianzas?

Como quiera que sea... este tipo de noticias que me hagan darme cuenta de algo: comparada con estos jóvenes, lo que he hecho hasta hoy han sido casi-casi actos de santidad.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Redescubriendo

Es cierto eso de que cuando cambias, el mundo comienza a cambiar contigo. Un buen ejemplo de ello es lo de hoy día.

Si hace una semana sufría hasta morir por SÑ, hoy estoy contenta de mi amistad con él a pesar que no se encuentra a mi lado. Me estoy acordando de varias cosas y estoy descubriendo... nuevamente descubriendo a SÑ. Y que bueno que ahora en vez de ponernos mal, puedo ver que nos ponemos contentos, nos reimos y somos dos personas, como en los poemas de Benedetti: "codo a codo somos mucho más que dos".

Podía sentir eso, de que éramos más que solo los dos, mientras me quitaba la botella de Inca Kola de la mano para servirme en el vaso. ¡Qué momento! Recuerdo la primera vez que me hizo eso, y lo palteada que me puse. Fue en uno de nuestros primeros almuerzos, hace ya muchos meses en un verano muy caluroso. Estábamos comiendo un menú y teníamos una jarra de refresco para cada uno. Yo en esos tiempos todavía era una chiquilla en mi forma de ser y verme, mientras que él ya era todo un señor. A mí me caía muy bien, sin pensar o imaginar nada de lo que vendría después. Recuerdo que en un momento del almuerzo yo me quise servir más refresco, pero su mano interrumpió el trayecto de la mía, dejándola en el aire, y tomó la jarra para servirme. Yo recuerdo sentir como el rostro se me ponía colorado de la vergüenza. Nunca había encontrado hombres que pudieran ser capaces de tratar a una... niña, de la manera en que él me trató. Fue una de sus encantadores actitudes, una de tantas que me terminó conquistando.

Hoy, SÑ estaba igual de conquistador. Igual de encantador, mejor dicho. No lo hizo una vez, sino varias veces. Nos reímos mucho, hablamos de nuestras cosas, y todo estuvo bonito. Igual que cuando nos vimos el viernes. Me acompañó a comprar unas cosas, y yo temía demorarme mucho (detesto realmente que las mujeres seamos tan demoronas a la hora de comprar, ¡es una exageración injustificada!), pero resultó que hice tiempo récord escogiendo carteras. Claro, porque ya me habían dicho que tengo un pensamiento de varón al escoger compras: no soy minuciosa, no soy de ir a pensar a la tienda. Voy a la tienda ya meditada. ¡Bah! Bueno, yo lo tomé como un cumplido.

* * *

Me di cuenta como es que tengo que portarme de ahora en adelante respecto a todo lo que me ha ocurrido. Claro, no es fácil ponerle una sonrisa al hombre que te dejó, pero a la vez... es fácil. Es decir, no tengo que hacerme la víctima todo el tiempo. Yo ya lo había dicho: hay que vivir la vida. Y es lo que puedo hacer de ahora en adelante, lo que quiero hacer. Estoy dando pasos agigantados ahora que lo pienso, y son pasos importantes, que hay que vivir poco a poco, un día a la vez como pensaba ayer, mientras miraba el sol en lo alto. Me lo repetí con la luna llena: un día a la vez. Esto puede librarme poco a poco de mi amargura y de mi intenso dolor, que ahora lo veo tan innecesario.

Puedo recuperarme. Es claro. SÑ se habrá ido, pero a la vez no. Sigue ahi, con sus encantos, con sus sonrisas, con sus chistes y las eternas conversaciones de siempre. Y yo sigo acá, solo que guardada en medio de tanta nube negra. Puedo hasta... estar contenta. Hasta decir lo que nunca pensé:

SÑ, ESPERO QUE SEAS MUY FELIZ.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cuarenta años después

Hoy mis papás cumplen 40 años juntos. Además de ese terrible terremoto, del Mundial de Fútbol de México, el año 1970 fue memorable porque juntó a dos personas, cuyas células unidas darían paso a mis dos hermanos mayores, y a mí también.

Hoy tuve que salir apurada de la casa, deseándoles un "¡feliz aniversario!" de volada no más. Y ahora en la oficina, mientras no-sucede-nada-de-nada, me puse a pensar en el tipo de relación que ellos han llevado, y también de paso buscar motivos por el cual, a pesar de sus marcadas diferencias, ellos han seguido juntos 40 años después de conocerse en la entonces Lima "no tan gris".

* * *

Cuando Lima entonces era una ciudad definitivamente más vacía que ahora, cuando los micros no iban superpoblados, los cerros estaban vacíos, no habían zanjones para los vehículos y muchos de los edificios grandes de ahora no habían sido construidos, mis papás ya vivían aca. Era el año 1970. Ambos eran todavia jovencitos, luchaban por salir adelante luego de haber venido de sus respectivas provincias. Mi papá es de La Libertad, pero de sangre cajamarquina, y mi mamá es de Ancash. Mi papá tuvo una vida con muchas carencias, donde tuvo que hacer de todo para salir adelante a pesar de que su familia le tenía poca fe (mmmm...), mientras que mi mamá era casi una Heidi ancashina: había tenido una tranquila vida en los valles, había vivido con sus abuelos para quienes había sido la niña de sus ojos, hasta que ambos murieron y como su madre (dígase: mi abuela) no podía hacerse cargo de ella (en realidad, creo que no quería), tuvo que empezar a trabajar.

Siempre me sacan en caro ello: "yo a tu edad ya me dedicaba a...", haciendo alusión a que mientras yo en mi adolescencia sufría por la novela, galán o la música de la temporada, ellos ya tenían que aprender a ganar sus propias cosas a punta de trabajo. Con la forma peculiar de cada uno de hacer sus cosas, y habiendo pasado por diversos oficios, que incluían los clásicos lustrabotas, mozos o empleada del hogar, terminaron en la zona conocida como San Jacinto en el distrito de San Luis, que por aquel entonces recién comenzaba a nacer.

Una tarde mi mamá no podía entrar a la tienda para cuyo dueño trabajaba. Fue entonces que conoció a mi papá, que se hospedaba con un primo suyo que era un co fundador de la zona de comerciantes. Ambos ya eran jóvenes grandes, y bastante independientes. Sus padres en provincia, sus vidas entonces ya eran muy distintas a lo que solían ser cuando pisaron esta ciudad, no tan gris entonces, sin tanto caos y con menos habitantes como ellos del que pensaban.

Su primera cita fue en un cine (no recuerdo si en el Bijoux u otro de entonces, que además de Salas de Cine funcionaban como teatro), y la primera película que vieron juntos fue "Piedra sobre Piedra", que era nada más y nada menos que el documental sobre el terremoto en Huaraz y en Yungay. Mi mamá no entendió nada, dice que esperaba que terminaran las noticias y empezara la película. Eso no ocurrió.

Lo que sí ocurrió es una historia como muchas: chico conoce chica, descubren que a pesar de sus diferencias pueden estar juntos y así lo hacen. No puedo contar muchos pormenores del inicio de su vida juntos, pero puedo decir que poco a poco se fueron llenando uno del otro, y que mi papá siempre dice haberle enseñado muchas cosas a mi mamá que la hicieron la mujer que es ahora. Puedo imaginarlo: a mi también SÑ me enseñó muchas cosas que me han cambiado. Puedo suponer que si mi mamá estaba así de templada, le ocurrió mas o menos lo mismo.

Ya para el año 1971 mi primer hermano nació. Fue el año de "La Naranja Mecánica". En 1973, el año en que Pinochet tomaría el poder en Chile a través de un cruento golpe de estado que ocasionaría la muerte del poeta Pablo Neruda, nació mi segundo hermano. Entonces mis padres hacían lo posible para salir adelante con diversos oficios. Ambos eran jóvenes todavía, más que yo ahora, y ya tenían familia. Mi madre asumió dichos cambios, pero para mi padre la vida de joven era la de todos de su edad: divertirse, tomar... y esas calas. Mi mamá me cuenta que sufría por el abandono de todos los días, que el verse sola la desesperaba a veces, y que muchas tardes de soledad no supo qué hacer más que llorar.

Una de esas tardes en San Jacinto (donde vivían por aquel entonces), mientras la cambia "Elsa, Elsa" sonaba en la calle, ella tuvo una epifanía: se levantó de su llanto y se miró al espejo. Era una jovencita veinteañera, madre por supuesto, pero joven al fin, hermosa y dejada producto del abandono. Fue ese día en que mi madre pasó a ser la mujer que yo conozco hasta la actualidad, se hizo decidida y valiente. Dejó de esconderse y mostró su figura con la ropa de moda de entonces, y se dedicó a lo que era realmente importante entonces: sus hijos. Ante tales radicales cambios, era obvio que mi papá se daría cuenta en algún momento que si no cambiaba iba a perder a su familia. Poco a poco, él también fue moderando sus malos hábitos, hasta ser la persona que yo conozco a la actualidad.

Superando los problemas personales, fue que mis papás decidieron algo que era obvio debido a la zona donde vivían: montar un negocio. Empezó como una tienda chiquita, que nosotros ahora conocemos como "La Minita", ya que fue esa tiendecita la que empezó a darle a mi familia lo necesario para crecer. Mis papás sabían que ahora ya no eran solo ellos como familia nuclear, sino además un montón de familia la que vivía en una casa chiquita (ubicada en el segundo piso de la actual tienda de mi mamá). Gracias a "La Minita" fue que se empezó la construcción de la casa donde ahora vivimos. En el año '81, un día de la madre, pasaron a vivir ahí. Cinco años después, yo llegaría a esa casa directo del Hospital Santa Rosa.

* * *

Mis papás son persona que supieron salir adelante a pesar de los problemas personales, laborales y familiares que tuvieron. Mi papá le hizo jugadas feas a mi mamá, pero ella convivió tranquila con ello al saber perdonar. Las tiendas (ahora son dos) han tenido altos y bajos, pero siempre han salido adelante. Y ni qué decir de cuando mis hermanos se han portado mal (el mayor sobretodo), o cuando mi hermano segundo estuvo muy enfermo en una época. O yo... que soy un pedacito del cielo tampoco.

Pero digamos que a pesar de que tienen diferencias marcadas, estas en realidad son superficiales, pues lo que tienen en común es lo verdaderamente importante: ambos son responsables, son dedicados, son trabajadores y no saben lo que es rendirse. Yo difícilmente puedo encontrar padres así en otras personas, padres que pongan en primera fila las necesidades de los demás antes que las suyas propias. Padres realmente dedicados, que se decidan a algo y se dediquen a ello sin mirar atrás. Esa estabilidad ha ayudado mucho a mi familia, y es algo que yo siempre les he agradecido. Su estabilidad, y el luchar por ella a pesar de todo lo que les pueda haber ocurrido.

Claro que tienen defectos, ¿qué persona no los tiene? Yo he tenido innumerables broncas con mi papá, desde que era niña, y parece que eso difícilmente tendrá fin, pues, como dice mi mamá: "ambos son igualitos, uno siempre quiere ganarle al otro". Quién diría. Y ni qué decir con mi mamá, con quien también tengo algunas diferencias, pero ha sido mi conducta más que mis opiniones la que me ha ganado broncas con ella. Ambos tienen sus expectativas conmigo bien claras: mi papá quiere que sea una buena profesional, y mi mamá quiere que sea toda una dama. Sin comentarios.

* * *

A pesar de sus diferencias, ¿cómo es que se quedaron juntos? Han tenido problemas serios, pero siempre se han mantenido. Incluso a veces nosotros sus hijos hemos tenido que ver, pero a pesar de que suene contradictorio, creo que somos nosotros el motivo por el que nunca se separaron. Ellos creían en una idea de lo que debía de ser la familia, y la mantuvieron hasta ahora, cuarenta años después en que decidieron estar juntos. ¡Cuarenta años! Yo ni duré más de dos años con SÑ, y mis papás siguen juntos. ¿Cuál es el secreto de semejante relación?

Probablemente sea que les tocó vivir experiencias distintas a la mía, tal vez la forma en que se conocieron es distinto a cómo yo conocí a SÑ. Las vivencias, las circunstancias, fue distinto a lo mío. Y a lo de mucha gente. "Muchos son los llamados, y poco son los escogidos". Hay que recordar eso para los 50 años, de acá a unos cuantos años en que podremos celebrar a lo grande. Más que ahora, celebrarlos a ellos. Su vida, pasión y obra.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Perdón que no te guste

SÑ,

perdóname que lo que vayas a leer en este blog no sea de tu agrado. Perdóname si por ahí entre líneas sientes que te detesto o que eres de lo peor para mí. Au contraire: eres muy importante y yo te tengo mucho cariño.

Seriamente, ¿crees acaso que saldrás fuera de mi mente con facilidad? No, no creas mal. No te molestes, que no te hago la pregunta anterior con ánimo de atacar, sino como una pregunta sincera: no puedo olvidarte. No por el momento. Pero es algo que debería de hacer. Ambos lo sabemos. Tú me lo has dicho siempre.

Yo seguiré enamorada de ti como desde el primer día, cuando me mirabas con ternura a través de tus lentes de medida, esperando algo de mí, que yo entonces no me atrevía. Si antes no me atrevía a estar contigo, ahora no me atrevo a estar sin ti. Quisiera no tener que hacerlo. Quisiera gritarte que aún quiero sostenerte, besarte y estar a tu lado. Pero ya no. Las ilusiones y falsedades de mi mente deben de tener un fin someday.

Perdóname si no te gusta lo que lees. Te amo.

Ahora puedes seguir.

martes, 16 de noviembre de 2010

Escapando de las ilusiones

Salí corriendo del carro. Yo en ese momento era David Aames, corriendo por las calles de NYC buscando algo que no se sabe a ciencia cierta qué es. Yo corría por esa cuadra de la calle Masías de San Isidro, y cuando sentí que me alejaba lo suficiente como para no desmayarme de la pena, comencé a caminar. Lágrimas fuertes y decididas escapaban de mis ojos. Me pasaba la mano izquierda por la cabeza. Tenía un fuerte dolor en el pecho, tanto físico como imaginario.

Más que llorar, lo que en esos momentos necesitaba era un pucho. Llegué a un parque y compré un Lucky Strike silver. Lo encendí y me senté en una de las bancas de cemento del parque. Los grandes árboles se apagaban con la noche que venía, mientras salían los trabajadores del centro financiero de San Isidro, bien vestiditos, las chicas súper fashion, y uno que otro me miraba de reojo, pensando en el motivo de mi rostro, de mi forma de sostener el cigarrillo, y de qué demonios estaba haciendo ahí sentada.

Había un enorme árbol frente a mí. Lo vi tan imponente, con la base pintada de blanco, y luego como sus ramas buscaban el cielo, a pesar de lo gris, como crecía sin detenerse a pesar de que sus hojas eran escasas. El humo de mi cigarrillo iba hacia él, como buscando apoyo divino. Algo, una señal (para señalar lo que ya no está), pero nada. Solo unas palomas que empezaron a revolotear. No era buena señal, de hecho que no. Antes que me caguen (literalmente) unos cuantos pájaros, preferí caminar hacia la Javier Prado en busca de un micro que me lleve a casa.

Llegué a la esquina donde estaba la tienda de Claro, ya sin el cigarro y todavía con muchas ganas de llorar. Es increíble que hayan personas que puedan soportar pesos como el mío, ¡incluso más grandes! Mi mente era una mazamorra en aquel instante, mientras el ruido de la ciudad se volvía insoportable, veía a la gente conversar, los carros venir y a sus cobradores gritar la ruta respectiva. Yo era lo único en silencio en ese lugar.

Ya dentro de la Cuarenta Integrada (Ruta Santa Anita-Miraflores), no sabía exactamente si llorar o no. Estaba mal, destruida emocionalmente, el David Aames en mi interior veía todo color vainilla. Estaba muy triste de verdad, y quería sentirme así. Partes en mi mente se peleaban para ver si yo me levantaba o no, para ver si salía del hueco, pero nada. Lloraba, hacía pucheros, ponía cara de estar mirando la lluvia caer en la ciudad gris. Era un desastre. Y tenía muchas ganas de llamar a SÑ y llorarle que volviera conmigo, que me hiciera suya (dígase: de su propiedad) una vez más, y que nunca encontraría a alguien que lo amara como yo. Que MH no estaba loca por él, sino por la idea de casarse con quien fuera, y como era con él, entonces estaba loca por la idea de casarse con él (eso lo sostengo hasta el día de hoy).

En casa, destruida. Mi familia materna, siendo de la sierra, tiene la creencia de que "pasar el huevo" ayudará al espíritu de la persona. Siguiendo esa creencia, le pedí a mi tía Camu que me pasara el huevo y me aliviara un poco. Ahí mismo me puse a continuar el llanto, pero no podía decir nada. Mi mamá entró con rostro de preocupación (dígase: seria y preguntando con voz potente "¿qué tienes?") y yo solo le dijé que había tenido un día difícil, que me dolía la cabeza y el estómago (parte de verdad ya que el cigarro me dejó podrida, para variar). Mi pobre madre, me he dado cuenta lo mucho que me duele mentirle y lo mucho que quisiera decirle lo que siento, pensando en que me comprenderá y me ayudará a seguir adelante. Pero yo sé que a punta de golpes es que me hará olvidarme de SÑ, a punta de terrorismo emocional. Y eso no es lo que quisiera. ¿En quién confiar en mi casa? En ese lugar tengo que encerrarme bien entrada la noche y llorar bajito o ahogar el llanto con la almohada. Es un poco cruel que ni se me permita llorar por el amor de mi vida que se fue. O al menos el que era.

Esta entrada la inicié ayer, pero hoy es miércoles. El dolor se aleja poco a poco. Y yo, habiendo pensado bien finalmente en una solución (algo que le prometí a SÑ hacer), y habiendo leído algunos consejos en la web de mujeres que han pasado por la misma situación que yo (desamor por amar con desesperación a alguien y quererlo con desesperación de vuelta), finalmente tengo la cabeza despejada y relajada para tomar una decisión.

* * *



Anoche terminé de ver "El Resplandor" (The Shining, 1980) junto a Farla. El DVD lo compré el lunes (momentos antes de ponerme sufrida, para variar, junto a SÑ), y ese día para no estar depre lo había visto con mi prima adolescente. La primera parte fue un defeque (figurado) de risa acompañada por ella. Esa noche ya luego de llorar, me había sentido mejor riéndome con Farla, de los personajes y las situaciones en la película. Recién ahora me doy cuenta lo que hacíamos entonces: convertíamos una película master del horror... en una comedia. Algo que debía de darnos miedo y hasta dejarnos media traumadas (no por nada los guionistas estudiaron libros de psicología, para encontrar una forma de asustarnos de veras), terminó siendo algo divertido y ameno que se interrumpió porque ella tuvo que salir.

Esa noche SÑ no estaba en el MSN. Yo estaba llorando, con un nuevo ataque de ansiedad que creía perdido en mí. Me jalé los cabellos, grité hundiendo el rostro en la almohada. Lloré mucho. En ese momento la película de horror era yo.

¿Por qué?, ¿cómo es que pude convertir "El Resplandor" en algo divertido, y no puedo hacerlo con mi propio infierno personal? Ahora ya no era Tom Cruise en "Vanilla Sky" sino Danny Lloyd en "The Shining", recorriendo los amplios pasillos del hotel en un triciclo enano, consciente de que en algún momento aparecerá, no las gemelas, sino SÑ, diciendo que me meta en sus recuerdos por siempre y para siempre. Me tapo los ojos ante la idea de irme con algo que no es más que un fantasma aterrador. El SÑ de mi mente no existe: es una ilusión que tengo que dejar morir.

* * *



Ayer lo vi (¡terca!) y estuve contenta solo por instantes. SÑ es así: parece que todavía siente algo por mí, pero no es lo suficiente para echar todo por tierra y estar realmente a mi lado. No puedo juzgarlo: tal vez yo tampoco hubiera sido tan fuerte como para mandar todo al diablo y estar con él. Además, ahora lo veo: él no sabe querer de verdad. Probablemente me esté equivocando y el simple hecho es que es diferente, y que a todas nos quiso a su manera. Pero ahí está el detalle, pues: que SU manera no era MI manera, la cual creo es más universal. Hay más gente que ama de la forma en que yo lo he hecho, es algo más "común". Pero SÑ, siendo distinto, no pudo ser entendido. No lo será. Seguro eso lo hará sufrir a él, pero más a MH.

SÑ me quiere, pero ya no es tan efusivo. A veces siento que quisiera sostenerme, besarme y hacerme suya en todas las formas posibles. Pero parece que él mismo se acordara de que ya no puede reaccionar así, que se va a casar y toda esa cala, y a su cariño y ternura sigue una pequeña frialdad que me deja más que helada: habría que encontrar un adjetivo para describir ese sentimiento de decepción que me embargó una y otra vez. Fue lo mismo ayer: luego de verlo, estaba decepcionada y triste en el micro. Y cansada. No como antes: no cuando decía "me cansé" y me olvidaba luego de un rato. Ahora sí que estaba exhausta, cansada de todo, de SÑ, de MH, de la vida y de mí misma.

He tomado la decisión que cambiará mi vida a partir de ahora. No hay forma que SÑ regrese conmigo, no si él lo ha decidido así. Y yo no soy dama en cautiverio que solo tiene que esperar al Príncipe durante toda su vida. No more. Quiero ser dueña de mi vida y de lo que puedo controlar. Lo que puedo controlar son mi mente y mi corazón. Costará, debido a mi endeble voluntad, y tal vez no tenga éxito, pero al menos he de intentarlo, luchar por mi vida y por no caer en un infierno como el de hace meses, cuando lloraba porque la vida no me lo quitara. Al final, fue justo lo que pasó, y yo creyendo que moriría y que todo se acababa entonces, sigo acá, en la oficina, mirando el sol brillar, tomando decisiones para corto plazo, pero decisiones al fin. Dejar de pensar en el problema para encontrar una solución, at last!

Como SÑ no regresará, como esa ilusión ya no existe, es justo lo que tengo que hacer: dejar que mis ilusiones mueran. Es hora de darles fin. Dejar de vivir como si esperara a que SÑ en algún momento diga "ya, ***, ven aquí" cual concursante de programa de cuestionarios, esperando ganarse el premio mayor. Él no lo era, ahora lo veo. Si no me eligió a mí, no quiere decir que la loca... perdón, que MH sea mejor que yo: solo vuela alto, alcanzó el cielo, pero no la gloria. ¿Quién dice que no puedo hacer bien las cosas desde este rinconcito?

Claro que lo quiero. Lo amo tanto como el primer día en que me di cuenta que lo amaba, hace ya mucho tiempo que en realidad se sienten como centurias, y es que mientras en él las cosas morían en mí solo crecían. ¡Qué decepción! Alguien que yo creía tan valiente, resultó ser tan cobarde como yo. Yo soy cobarde porque no puedo vivir sin él, y SÑ es cobarde porque no quiso vivir conmigo. Porque no pudo elegirme, no supo hacerlo. Aunque, ¿quién sabe? Fácil y me estoy botando demasiado y en realidad SÑ nunca me quiso, nunca le importé y solo fui vil y cruelmente utilizada. Pero yo prefiero pensar que sus ojos no mentían cuando me decía que me quería, que sus abrazos fueron tan reales como mis latidos al escuchar su voz por teléfono, que sus besos fueron elevaciones hasta la galaxia más lejana y que los vivió tanto como yo. Pero eso ya terminó. En cristiano: ya fue. Ese presente ya no existe. Mientras más me convenza de ello, mejor estaré y mejor podré superar mi pena.

Dejar que mueran mis ilusiones, que finalmente la decepción merme en mi interior implica varias cosas, entre las cuales está la elevación de mi autoestima. En primer lugar: hombres comprometidos, NEVER AGAIN. Luego, como buena soltera en busca de solteros, mejorar mi físico de paso que mejora así también lo emocional. Cuando una mujer se ve bien por fuera, se comienza a sentir excelente por dentro. Eso quiero yo. No pensar que me dejaron por gorda: no me dejarán por gorda, es otra nota. Y además que mi salud mejorará, me veré mejor con la ropa de trabajo que tengo guardada en el armario, y podré cumplir un anhelo secreto (que mi orgullo de nerd no me deja admitir en voz alta): correr una 10K con mi hermano.

Y de paso... un plancito. Estaba pensando en ver a SÑ alguno de estos días que le restan a la semana y decirle que dejemos de vernos, al menos por tres semanas, para desintoxicarme de mi amargura con un poco de soledad. ¿Querrá?, ¿lo verá mal?, ¿entenderá? Quisiera que sí. Sé que he insultado mucho a SÑ, y también lo he puesto en un altar bastante alto. Objetivamente, las cosas son así: él no es malo, solo que es recontra-hiper complicado. Y es un buen amigo, sincero y te apoya en lo necesario (siendo complicado, el concepto de "necesario" a veces varía, pero en sí, es la misma huevada).

Siendo entonces así las cosas, un miércoles antes del almuerzo con el sol, me siento mejor. Algo de paz está en mi, a pesar de que el Fuhrer está contando aventuras demasiaado desagradables hasta para mis oídos. Es hora de fugar, de vivir.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Pesadillas en la vida real - Parte II

No hay peor sensación que la que se experimenta fuera del sueño, cuando tenemos los ojos bien abiertos, y a veces llenos de lágrimas que recorren nuestros rostros incomprendidos. Nuestros rostros sorprendidos por la situación que se presenta ante nosotros. Lo más real del universo: aquello que supera a la ficción, e incluso a nuestra propia imaginación.

Si la angustia por ver a SÑ partir de vez en cuando, como la que tuve en mi sueño narrado en el post anterior, era terrible, también es cierto que era bastante superable. Cada vez que SÑ se iba para irse con el chirriante pajarillo, yo sufría un montón, es cierto. Pero conforme pasaban los días, yo me iba recuperando poco a poco. Sabía que él regresaba a mí, como el ente que fuere, pero regresaba a mi lado. Estaba conmigo entonces. Aunque con el chirriante pajarillo también, pero sabía que volvía a mí, aunque fuera una partecita suya.

El miércoles SÑ se iba a lo que creo eran ultimaciones de su pronto matrimonio con MH. Se me partió todo. Estaba molesta. Jodida. Así me sentía. Y si ustedes creen que la angustia que sentía cuando se iba de viajes con ella era mala, esta es peor. Claro, no tengo que esperar volver a verlo luego de dos días, ¡SÑ ya no vuelve, ya no volverá! Se fue de mi lado "para hacer lo correcto".

Lo correcto, grandísimo tonto, era que me quisieras a mí in saecula saeculorum. No que me dejaras sola, enfrentando todo por mí misma y con el estúpido deseo de esperar encontrar un novio que me hiciera feliz (dígase: que me hiciera olvidarme de ti). ¿Acaso eres ciego? Yo estoy en estos momentos, incapacitada de amar a cualquier otro sujeto que no seas tú. Estoy paralizada emocionalmente, equivalente a un cuadrapléjico.

Estoy sola. Esa es mi pesadilla, la que estoy viviendo en estos momentos. Hace frío, estoy en la oficina con las labores paralizadas, y... derrotada. Siento el sonido de un molesto y chirriante pajarito que tiene la felicidad comprada por el simple hecho de ser un pajarito. El pajarito está contento con haberme dejado atrás en la tierra, mientras que a su lobo le salieron alas y se fue a volar con ella. Soy demasiado terrestre como para despegarme del suelo, y no tengo alas. Solo tengo un corazón que espero sea lo suficientemente fuerte para aguantar todo esto. Pero la verdad, es que estoy muy cansada.

Estoy cansada de no tener amigos verdaderos hace tiempo. No amigos que te consuelan y a los que no ves luego de centurias. Sino amigos que ves todos los días y todos los días pueden hacerte feliz. Estoy cansada del Fuhrer que se desaparece y me deja sola, sin explicación o motivo. Estoy cansada de estar rodeada de gente y sentirme tan dentro de una pesadilla donde soy presa de mis propios sentimientos, donde me vuelvo una psicópata al borde de mujer asesina en serie, una que quiere que el mundo llore con ella (hasta en estos momentos entiendo que no es así).

Pero de lo que más estoy cansada, es de sufrir... ¡por las huevas! ¿Qué es SÑ más que un hombre que decidió ya no estar a mi lado? Y aún siendo conciente de ello, de su pajarito, de las frases de "¡no seas cojuda!" que me lanza E de vez en cuando... yo sigo siendo tan idiota que lo sigo queriendo. Sigo queriendo a ese hombre. Y lloro cuando me doy cuenta que estoy más que atrapada en una pesadilla que me persigue cada vez que me levanto y me atrapa en vida, presa de mí misma sin poder explotar ante el mundo, sin la capacidad de levantarme de todo esto con un grito muy fuerte. No puedo. No puedo hacer nada. No me siento capaz de nada. Solo estoy muy cansada.

Estoy muy cansada. Realmente. Todo se me cayó encima, todas mis emociones me tienen en un estado en el que no puedo ver lo que está en mis narices, todas las cosas buenas aparecen como insignificantes, y todo dolor que no sea el mío me importa un carajo. Soy algo que existe, no que vive. ¿Cómo salir de esto?, ¿qué hago?, ¿por qué aún no he encontrado una solución a mi mal ya identificado? Sé lo que me ocurre, pero no hago nada, o no se me ocurre nada. No tengo idea de como salir de esto.

Me doy pena. No quisiera ser autocompasiva, pero no hay otra forma de contar todo esto sin sonar así. Sin dar pena. Ojalá fuera la chica que vivía contenta con su soledad, con sus libros, con su música, y no pensaba en que hubiera un dolor tan fuerte como para echarla abajo. Ojalá, pero ya no soy así, ya no me siento tan fuerte. Ojalá SÑ, G, CR, E o el Fuhrer abrieran la puerta que está cerrada de esta oficina y llegaran aunque sea para darme un "todo estará bien" en señal de aliento. Ojalá...

... que esta pesadilla termine pronto.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Pesadillas en la vida real

Ayer en la noche terminé una de mis tantas sesiones de conversación vía internet con SÑ y me puse a llorar. Lo que quería soltar hacía un par de días, lo terminé expulsando en la oscuridad de mi cuarto, echada en mi cama. Lloraba con pena y con un poco de cólera a la vez. Me preguntaba en medio de mis lágrimas (y unos cuantos mocos) en por qué no podía haber estado con él, por qué la vida había permitido que estuviese lejos de mí. ¿Por qué tuve que amar y luego vivir para ver a mi amado alejarse de mí? Abracé una almohada, casi simulando que era SÑ a quien abrazaba. Lloré pensando en lo mucho que lo quisiera seguir con él. Dormí con las mismas.

Pero... bueno... es raro. Como dicen: la vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas.

* * *

Hoy dieron las 6.30 de la mañana y yo me levanté con una terrible sensación de angustia en el pecho. La angustia de quien ha vivido casi a plenitud una pesadilla mientras dormía. No entiendo aún por qué es que esas sensaciones a veces nos persiguen mientras intentamos descansar, cuando es el momento perfecto para olvidarnos del mundo y de sensaciones como las del tipo que me acosaban al despertar el día de hoy. Frusta tanto que ni siquiera podamos descansar bien.

La angustia se quedó unos relevantes segundos y poco a poco fui cayendo en la calma post-pesadillas: nada es real. La idea de que lo que había soñado no era real me calmó de verdad, me relajó y hasta agradecí al Señor por haberme despertado de un sueño que realmente no quería volver a tener. ¿O tal vez si?

Juzguen ustedes: en mis sueños, SÑ me estaba trayendo a casa. Estábamos en la puerta de mi casa y me comenzó a besar, estábamos riendo y todo. Yo estaba contenta y cuando estaba a punto de salir del carro, se despidió diciendo "por si acaso no te podré porque me voy de fin de semana con MH". Yo en ese momento me molesté tanto que sin decir nada más agarré mi cartera y abrí la puerta, dispuesta a salir para que no me jodiera más, pero SÑ me agarró del brazo, muy fuerte, pero igual yo me pude soltar. Me solté y azoté la puerta al salir del vehículo. De repente me di cuenta que algo me faltaba. Volteé y vi que SÑ tenía en sus manos mi edición de "El Sueño del Celta" de MVLL. Yo abrí la puerta del carro, saqué mi libro y me fui directo a casa. No sabía si SÑ ya se había ido, pero yo empecé a sentirme poseída por mi propia ira. Tan poseída que terminé desmayada en la puerta de mi casa.

* * *

Ojalá pudiera decir que la parte fea del sueño fue el libro de MVLL, y no lo digo por mala o porque no me guste, sino que he visto tantas ediciones del susodicho, que hasta un poco de miedo da, y un poco de miedo me dio haber reconocido la tapa roja en mis propios pensamientos. Pero no, no era Varguitas lo que me dio miedo.

Lo que me dio más miedo fue esa sensación que tuve cuando SÑ me decía "me voy de fin de semana con MH". En primer lugar, porque es una emoción real, es algo que me tocó vivir por mucho tiempo: cuando SÑ me decía de algún viaje o salida con ella, yo me ponía en ese plan, en esa sensación de humillación, angustia y cólera por la situación impotente en la que me encontraba. No podía hacer nada, no podía pedirle que no se fuera. Estaba atada de manos. Y muchas veces como en mis sueños quería largarme sin mediar más palabras. Pero no lo hice. Me quedé callada entonces y solo dije "ok".

Pero aunque la reacción no fuera la misma, la sensación si lo era. Y fue terrible que un sueño con SÑ me recordara lo que sentí entonces y que encima me dejara con la angustia hasta que abrí los ojos. No es bonito, a pesar de que lo que tuve con SÑ fue lindísimo (ya llegué a esa conclusión), pero esos momentos, en los que caía en la realidad de mi situación ("la otra"), eran fatales para mí. Como si la katana de Una Thurman en su personaje me destajara partes de mi ser sin piedad. Partes que realmente iba a extrañar.

Lo gracioso del asunto fue que mi mente llamó a SÑ a mis sueños, porque lo extrañaba. En vez de soñar algo bueno, terminé recordando justamente lo malo de nuestra relación. ¿Por qué? Es como si alguien me dijera: "ah, no, hijita, si vas a querer a SÑ de vuelta, lo vas a tener con lo bueno... y lo malo también". Como si me quisieran hacer recordar algo en lo que recién caigo ahora: SÑ se fue, y esas sensaciones también.

Es cierto que lo extraño, tan cierto como que sigo muriendo de amor por él y que cada vez que lo veo, no puedo evitar ver sus labios, extrañarlos y desearlos. Pero también es muy cierto que no quisiera volver a tener sensaciones como las de mi sueño, que en realidad, fueron pesadillas muy reales, algo que tuve que vivir, y que ya tuvo su fin. Esa sensación es un pequeño consuelo, actually. Lo malo que sufrí se fue, y ahora puedo tener buenos recuerdos. No puedo tener algunas cosas buenas, buenísimas, es cierto, pero al menos ahora me voy dando cuenta que la falta de angustia es algo que me tranquiliza. Y mucho.

La falta de angustia no significa falta de cariño o de amor para mí. Yo amo a SÑ, y parte de mí quisiera regresar a él. Pero también voy entendiendo que además de todo eso que tanto extraño y quiero de vuelta, se fue también todo lo malo y que me dejó hecha semi-trizas. Eso no quisiera que volviera. Y si hubiera una posibilidad de regresar con SÑ sin regresar esas pesadillas reales, lo tomaría. Pero no es posible. Así que solo queda una solución, y es la que menos quería, trust me.