miércoles, 31 de julio de 2013

El tiempo de los espíritus

Isabel Allende me abre la mente y el alma.

Veo fantasmas por todos lados. Espíritus. Me hablan, algunos me susurran cosas buenas, consuelos y esperanzas, mientras que otros hacen sonidos espantosos mientras duermo y me dejan insomne llena de terrores de la vida, más que aquellos que causan los seres humanos.

Mientras trato de convencerme de que esos espíritus no existen, los ignoro. Siguen susurrando sus terrores y tratan de contagiarme sus traumas, pero yo sigo con mi vida. Por otro lado, yo soy el espíritu que SÑ prefiere ignorar. Cuando le cuento las novedades de mi vida, aquello que me ocurre y que no le he comentado, esperando una reflexión suya, él lo pasa por alto debido a los apuros de su vida diaria. Tal como hago con mis espíritus atormentadores.

* * *

Isabel Allende me abre el alma a aquello que no recordaba: que la vida es hermosa en medio de toda la miseria que podamos encontrar. "La casa de los espíritus" es una novela que leí hace un par de años, pero que estoy volviendo a leer para no quedarme con la imagen incompleta de la película mediocre que protagonizaron hace años Jeremy Irons y Meryl Streep (lástima haberlos visto en esos papeles, ¡merecían más!), pero a veces me es imposible evocarlos cuando Allende narra a sus personajes. Esteban Trueba ES Jeremy Irons (a mi humilde parecer), y si el personaje de la película hubiera estado mejor desarrollado, su papel no hubiera quedado para el olvido.

La película habla sobre la historia de la familia Trueba-Del Valle en camino al gobierno de Salvador Allende y al posterior golpe de estado de Pinochet y la dictadura que sobrevino después. Claro que la autora no lo dice así todo directamente, pero se entiende. Así también se entiende que el "Poeta" es Pablo Neruda, y creo que el personaje de Pedro Tercero García está inspirado en Víctor Jara, aquel que me canta "El derecho de vivir en paz" cuando tengo nostalgia y pienso en una luna llena a punto de explotar llena de emoción y el clamor del grito socialista de entonces. Y en medio de la lectura recordé que este año es el Cuadragésimo aniversario de aquel golpe de estado infame que desbarató un gobierno elegido por la gente, aquel que acabó con gente brillante como el Poeta y calló el clamor de paz de Víctor Jara. Se me rompe el alma leyendo la novela y recordando todo ello, aquello que la gente prefiere ignorar, o prefiere callar con un "fue para mejorar económicamente".

Esos espíritus me consuelan, me hablan a través del papel, pero también me llenan de temor. Así como Esteban Trueba amaba a Clara del Valle con locura, pese a que ella no lo amaba, aunque le tenía aprecio, así me siento cada vez que SÑ es cariñoso y distante conmigo. Cuando Clara le dice a Esteban que lo ve todo bonito y luego regresa a su vida de espíritus y mesas de tres patas que se mueven solas, así me siento cuando SÑ me habla bien y luego regresa sin pena a su trabajo de papeles eternos y diligencias sin fin. ¿Cómo Trueba pudo vivir todo ese tiempo con una persona que no lo amaba, que lo apreciaba, pero no podía darle el amor que él quería? Él era fuerte. Yo lo estoy intentando.

Pero tengo que reconocer aquello que me golpeó hoy, como el aire frío del invierno húmedo de esta ciudad: no soy feliz, y SÑ hace tiempo que no me hace feliz. ¡Y es la peor de las contradicciones!, ¿no se supone que la amante es quien debe de ser feliz, mientras que la esposa es quien sufre?, ¿no es así como ocurre dentro de todas las historias que nos han dado, para que la moraleja sea que nuestra felicidad no se construye sobre la infelicidad de otros? Pues este caso es todo lo contrario: yo, la amante, no soy feliz, y estoy segura que la feliz es MH, disfrutando de que SÑ le entregue su vida entera. No tengo problemas con que le entregue la vida entera, o con no ser feliz, porque una vez le prometí a SÑ que sería fuerte, pero... además de no ser feliz, hay otro eslavón que sigue en la cadena.

No soy feliz, queda claro. Pero también quisiera que SÑ me ayudara, pero él no tiene la menor intención o voluntad de ayudarme, porque está atrapado en su oficina de papeles eternos que lo alejan cada día más de mí (igual que las emociones que me llevan a escribir todo esto, con la inspiración que no encuentro en otro lado). Tampoco puedo pedirle que lo haga, no puedo gritarle aquello que quiero hacer desde hace semanas: "¡te necesito, ayúdame!", y no puedo hacerlo porque no tengo derecho. Cuando decidí ser la amante renuncié al derecho de hacerle ese tipo de reclamos. Mi felicidad, así como muchas cosas que he sentido al lado de SÑ, es mi problema y es algo que debo resolver por mí misma, ya que él no me ayudará.

Eso último que he explicado en el párrafo anterior, ha sido el núcleo de mi depresión. Trato de sobrellevarla, pero los espíritus que susurran consuelos vuelan lejos y me dejan con los que hacen ruidos, gritan y me espantan. Para evitarlos vuelvo a mi rutina del trabajo, la familia y los ejercicios. Cuando no tengo eso, empiezo a idealizar a SÑ en mi mente y esa idea me mantiene con fuerza cuando no lo veo, porque esa idealización está fabricada de los recuerdos que tengo de él, de lo que hemos vivido, y pensar en ello, en los momentos gratos, en lo bueno, me mantiene bien. Aleja a los espíritus negativos y alienta lo bueno.

Pero entonces llega la realidad. El SÑ de ahora, como hoy, viene y de repente creo que yo soy el espíritu que le habla a un ser vivo, a alguien que tiene vida, que no me necesita. Me lleno de dolor, de tristeza, y trato de olvidar, pero los espíritus no me dejan.

¿Por qué SÑ me trata así, por qué me es indiferente, por qué decide ignorar el grito de ayuda que lanzo de todas las maneras?, ¿tal vez debería decirlo en forma directa: te necesito, ayúdame? Y si lo hago, ¿me dirá que si o que no?

Carajo, ¿por qué sufro tanto por él? Es solo una persona en medio de las millones que existen en el mundo. Pero está pegado a mi alma como todas aquellas personas a las que amo. Si mi madre, mi hermano o mi cuñada me trataran de la misma manera, sufriría por ellos también. Pero ellos no son indiferentes, ¿acaso SÑ sabrá lo que es ser tratado así y sufrir por ello?

Ahorita los espíritus del consuelo me hablan. Voy a descansar y esperar que mañana sea otro día. SÑ, no creas que esto es despecho o rabia, es simplemente un grito de ayuda. Si decides ignorarlo, lo entenderé: entenderé que debo hacer esto por mí misma, pero realmente sería todo mucho mejor y menos gris si extendieras tu mano hacia mí para ayudarme a salir de este abismo. Ayúdame a comprender que los fantasmas no existen y que los espíritus solo existen en los libros de la fantástica Isabel Allende.

viernes, 19 de julio de 2013

Paciencia

“Time is no friend of mine, nor his girl” – KT Tunstall

Ya hace un mes que SÑ está distante. Y no se debe a que yo haya hecho algo o cualquiera de las cosas que he mencionado en anteriores ocasiones, sino que esta época del año suele ser bastante difícil en lo que a verlo se refiere. El trabajo comienza a multiplicarse en nuestras oficinas, y cuando hay trabajo… bueno, en buen cristiano, SÑ desaparece.

Han sido diversas situaciones laborales la que lo mantienen lejos, y al inicio yo he sufrido bastante. Ahora que lo pienso, todos los años sufro por lo mismo. Pero hace unos días decidí despejarme pensando en lo innecesario e inútil que era sentirme así: SÑ no va a cambiar, y no va a renunciar al trabajo que tiene pendiente para hablar conmigo. Hará lo posible, pero en la medida de sus posibilidades. ¿Yo para qué quiero exigirle algo más? Él nunca me ha exigido a mí nada más allá de mis posibilidades, ni siquiera cuando era el Señor SÑ y yo le rendía cuentas, o tampoco mientras hemos estado juntos en esta relación sui generis. No le pido nada.

Bueno, de repente si. ¿También tiene que trabajar mientras almuerza? Bien si hubiera querido verme, hubiera podido decirme para salir durante la hora que tenemos para almorzar, pero no lo ha hecho. Aunque me duela un poco, debo imaginar que tiene sus razones, así que lo dejaré a un lado.

Además, otro motivo por el cual he decidido tener paciencia es por aquello que recordé hace unos días: que debía ser fuerte. Yo a inicios de este año le prometí que durante nuestra RSG (abreviación de “relación sui generis”) iba a ser fuerte por nosotros y para evitar problemas. Mis debilidades acarrearon los problemas que he narrado en los post anteriores, y mis traumas e inseguridades no me dejaron estar en paz luego de ver a El Cadáver de la Novia – ECN, con él en su auto. Si, fue un asco toda esa temporada, y realmente he estado molesta y amargada. Pero ya he superado todo. Excepto mi odio por ECN. Pero esa es otra historia.

Superados esos traumas y momentos difíciles, solo me queda ser fuerte y tener paciencia. SÑ volverá, siempre lo hace, y está pendiente de buscarme. Aunque quisiera que fuera con más fuerza, no puedo pedirle que lo haga si no puede o no quiere hacerlo. La sensación que me hace querer que me busque con más fuerza es simple: es que lo extraño. No es suficiente a veces el hablar vía web y nuestras conversaciones siempre han sido más fluidas y divertidas en persona. Realmente extraño ver a mi Shumaq Ñahui, verlo reír y ver como se ilumina su mirada cuando lo hace.

Pero tendré paciencia. Y no me molestaré con SÑ por portarse como lo hace, porque él mismo ya me lo explicó: me quiere, pero suele ser indiferente por naturaleza. Yo he bautizado a este estado como el “amar indiferentemente”. Aún estoy tratando de averiguar qué demonios significa eso, pero imagino que si lleva la palabra “amar/ querer” delante, no puede ser malo. SÑ no es malo, solo es indiferente. Pero para combatir eso, yo tengo que ser… paciente.