lunes, 19 de marzo de 2012

Diez años en mi ley

Hace diez años fue la última vez que vi en vivo a Beto Cuevas, Pedro Frugone y Mauricio Clavería.


Mi hermano cumplió su promesa conmigo: aprobé el curso de computación más complicado que había llegado en mi vida (Access... ¡puaj!) y me gané una entrada VIP al próximo concierto de La Ley. Corría entonces finales del 2001, yo vivía los años "dorados" de mi adolescencia, todo era fácil, aunque no lo pareciera, y la vida era sencilla. Todo era muy sencillo.

Llego el año 2002, que yo aún recuerdo como uno de los mejores años de mi vida. Terminaron las vacaciones y tocó volver al colegio. Ya había empezado las primeras semanas de marzo, cuando llegó la fecha que estaba marcada en mi boleto del concierto: 19 de marzo de 2002. Ese día cayó martes. Un bello día martes, aún soleado.

Ese día fui al colegio, todo iba igual. Entonces yo llegaba el cabello recto, largo, mucho más flaca que entonces, sin enfermedades ni nada, y joven. Joven, adolescente, y llena de ilusiones. Nunca se me ocurrió pensar en lo que estaría haciendo en diez años, la verdad es que yo siempre pensaba en el futuro inmediato, no en que dentro de diez años, la misma noche en que saltaba y coreaba mis canciones favoritas, estaría en mi computadora personal contándoles todo esto con la mayor nostalgia que puede embargar a una sentimentalista como yo. En estos instantes puedo recordar esa emoción con tal claridad... que me vuelvo a sentir una adolescente otra vez. Eso fue lo que Beto siempre provocó en mí: siempre fue una ilusión y una gran alegría, todo era iluminado, difícilmente fue tan oscuro como mis propias emociones harían mis vivencias futuras. Con Betuchis, todo fue siempre muy lindo. Hermoso.

* * *

"¡Grita por nosotras!", me dijeron mis compañeras del colegio a la hora de salida, todas felicitándome y deseándome suerte para cuando estuviera así de cerca a mis ídolos de entonces. Como esa película: extremly loud and incredibly close. Así iba a ser. Y yo quería estar ahí.

Antes de iniciar los preparativos, aquella tarde tenía ensayo de música. Fui al ensayo. Estaba tan contenta que solo podía pensar en lo que venía después: en el futuro inmediato. Y hasta tengo una canción de fondo para lo que viví esa tarde...



Esa fue la banda sonora de ese día lleno de ilusiones y bellos recuerdos.

Salí de la banda con esa canción en la cabeza (que por entonces estaba de moda). Llegué a casa. Me alisté. Pronto vendría mi hermano a cumplir su promesa. Pronto los volvería a ver.

* * *

Salté, grité. Me emocioné casi hasta las lágrimas. Beto votó a un sujeto que le mentó la madre, lo cual creo polémica por días en el país, pero, ¿saben qué? A mí tampoco nadie me vendría a mentar la madre en mi lugar de trabajo, así que bien largado ese panzón. Los que no saben respetar a nadie deberían tener cuentas en Twitter y descargarse así, pero no en lugar donde los que queremos disfrutar debemos disfrutar. Queríamos gozar, y lo logramos. Pensamos que tendríamos otro momento para hacerlo, pero no fue así. La Ley no volvió, y yo quedé con las ilusiones en el corazón.

Pasaron años hasta que finalmente las ilusiones de mi adolescencia se empezaron a enterrar solos en un rincón de mi memoria. Ahora los he desenterrado para exponerlos, repasarlos y emocionarme con ellos un poco más. Pienso en lo que era yo entonces, en lo que soy ahora, y extraño mucho mi antiguo yo. Esa chica que no pensaba en sus próximos diez años, que era ingenua, nerda, divertida, sin oscuridades de las cuales preocuparse. Supongo que no soy la única que extraña como era entonces, ¿pero cuántos de nosotros finalmente nos damos cuenta que esa época, por más dulce que haya sido, ya ha terminado?

Aunque no nos haya gustado el final, la verdad es que todo eso ya terminó. No volverá. Y no vale la pena darle vueltas a asuntos finalizados, sino que hay que mirar lo que está por venir y pensar en ello como la verdadera situación. Aquella noche la viví con toda mi alma y no me arrepiento de ello, porque hay pocas cosas que uno vive con tanta intensidad, y todos nos merecemos ese tipo de momentos en nuestras vidas. Reconozco que eso se cerró, creo que eso de repente me ayude a seguir. Ya no soy la de entonces... pero puedo ser mejor, a pesar de todo.

Y como me decían ellos... "un nuevo día vendrá". Si, vendrá... y cantaremos...

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