martes, 22 de marzo de 2011

En algo he cambiado

Hace más de un mes que he tenido este blog muy olvidado, y creo que debo de disculparme por ello. No es que no haya querido escribir nada, sino que durante el mes de febrero no me pasó casi nada, así que no había nada de escribir.

En realidad, fueron vacaciones que no solo eran laborales, sino también vacaciones de mí misma. El porcentaje de dramas, que hasta entonces habían sido muy altos, de repente bajaron a su mínima expresión. Yo estuve más relajada, descansada, me sentía mejor y podía disfrutar del sol del verano como pocas veces hago desde la oficina. Claro, los primeros día no fue así debido a que tuve unos problemas laborales que resolver, pero luego de ello pude disfrutar de todo. De ver televisión hasta morir, de mejorar mi aspecto en algo, y si... también ir al gimnasio. Creo que eso último me salvó, porque la vida sedentaria se acabó, mi cuerpo comenzó a mejorar aunque yo no lo notaba... ah, y la dieta. ¡Grrr! Fue horrible.

El problema es que me hicieron un examen de sangre... y salió que tenía el colesterol alto. Fue lo peor que me pudo pasar. Las comidas de siempre llegaron a su fin, y la ansiedad vino en toda su expresión. No es exagerado decir que sufrí mucho durante esas dos semanas, mientras intentaba comer mejor y a la vez sentirme satisfecha, cosas que nunca concordaban. Me sentí mal hasta el día en que SÑ me vio y me dijo que había perdido peso.

No fue solo que SÑ se diera cuenta y me dijera "oye, te ves bien" (si lo conocieran, sabrían que viniendo de él, es mejor que ganar el premio de la Academia), sino que hace poco me puse un pantalón que antes me sacaba dos rollitos de terror, pero que ahora me quedaba bien, casi perfecto. Casi me pongo a llorar en ese momento.

Hoy no fui al gym porque moría de cansancio luego de caminar tanto por las calles de Lima-Centro, pero tengo que recordar todos los días lo bien que me sentí cuando ese pantalón me quedó tan bien, y volver a los ejercicios siempre. Porque creo que es algo ya vitalicio.

Así que podríamos decir que en eso he cambiado: mi cuerpo ha cambiado. Y con ello, mis emociones también son distintas.

* * *

Ahora sé mejor cuando las cosas realmente están mal. Si no es así, y soy yo la que está mal, ahora me doy cuenta. Ya es fácil, la distancia que tuve con SÑ durante febrero me hizo cambiar la forma de ver las cosas, de no desesperarme solo porque una llamada no llegó o porque una palabra no se dijo. Entiendo mejor, soy mejor émpata como mujer, ya no solo como persona, y me alegra. Y creo que SÑ también está mas contento, pues no tiene que lidiar con mi lado de loca psicópata, sino con el de loca alegre, que es prácticamente mi mejor lado.

El gimnasio no solo mejoró mi físico, sino también mis emociones, que ahora andan más controladas, sin tanto estrés y desesperación. Aprendí que controlar mis emociones no es lo mismo que suprimirlas o negarlas incluso, y me siento realmente mejor. Es como una nueva persona, incluso con mis cambios hormonales me siento más libre de mí misma y del peso de lo que sentía, de lo que era. Es otra cosa, es genial.

Claro que no todo está completo, pero estoy segura que las cosas solo pueden mejorar, eso depende de mí. Depende de mis emociones, que gracias a Dios ya no son un caballo desbocado, sino un caballo que pastea tranquilo y libre. Libre al fin de sí mismo.

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