domingo, 7 de febrero de 2010

Suaves sensaciones

Es un domingo típico de verano. Mis papás han salido a ver a una tía y yo estoy con Jimmy en su casa escudriñando un rato en la web. Mi hermano John tiene de visita a su familia política mientras el calor nos recuerda a todos el verano a pesar de que el sol se esconda tras las nubes que hacen de Lima el cielo-panza-de-burro de siempre.

Es otro día de verano limeño. Y yo aquí, pensando en SÑ, pero más que nada en los días suaves de los veranos como estos.

Hace dos años que no tengo un verano de febrero para mi sola. Wow! es cierto. En el 2008, a estas alturas del año estaba ya de practicante en el Poder Judicial, y el verano pasaba a través de mi ventana. No conocía a nadie, solamente al secretario con el que trabajaba... y al Juez que hacía posible mi estancia ahí.

SÑ apareció por aquel entonces. Y... podría decirse que apareció un poco después de mi etapa de verano en el 41JPL. En marzo él comenzaba a ubicarse en mi corazón, y uno de esos días finalmente se quedó. Y ha hecho un nido en mi pecho que difícilmente alguien saque por completo. No te mentí aquella noche, SÑ, cuando te dije que no te olvidaría: es que simplemente me es IMPOSIBLE olvidar. No olvido a nadie a quien haya querido con todas mis fuerzas. Y tú has superado largamente a todos ellos. Ya te imaginarás.

El día suave pasa en la ventana que tengo al lado derecho, y mis dedos se deslizan en el teclado, no porque tenga algo que decir... sino que quería tan solo escribir. Tal vez para no pensar en lo frío que se pondrá SÑ estos días luego de habernos visto ayer, de haber... pasado por muchas cosas. Sé que no nos quedaremos juntos, pero en estos momentos esa sensación es tan suave como los días suaves de verano, y son suaves por las risas de los niños, de la gente, la brisa de la playa y el sonido de las olas retrocediendo a través de las piedras de la playa. Que suave es el verano! que delicia caminar en sandalias y shorts en las calles. Es suave. Exquisitamente suave.

SÑ, búscame. O en todo caso, no me olvides. No estaremos juntos por toda la vida, pero al menos quiero ser ese alguien a quien nunca olvides. Como siempre te he dicho, ser especial es lo que más quiero en tu corazón. Mientras, dejo de escribir, teniendo la suave sensación en el pecho de la nostalgia y algo que identifico como una dulce tristeza.

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