viernes, 8 de abril de 2011

Noches de Pesadilla

No, lamentablemente no es una metáfora. Es literal: tengo ya tres noches seguidas de pesadillas que no solo han trastornado mi sueño de una manera desesperante, sino que además han afectado mucho mis días y el trabajo que realizo. Pesadillas literales de noche, y pesadillas de día. Ya no sé qué hacer. Cuando me acosté para amanecer al miércoles, soñé con un terrible incendio en el centro de Lima. Era por el área de Mesa Redonda, causada nuevamente por la venta ilegal de productos pirotécnicos. Era un incendio dantesco, aunque yo no me veía afectada físicamente por ello, o alguno de mis seres queridos. El incendio era tan terrible, por otro lado, que llegaba incluso hasta la sede del Congreso (que está a varias cuadras de distancia). El detalle, y a ver si lo van captando de a pocos: SÑ era quien me sacaba de ahí, no del incendio, sino del área de desastre, ya que se había hecho imposible salir de ahí por cuenta propia.

Para amanecer al jueves, el desastre era ahora marítimo y no por fuego: un tsunami. Lima iba a ser destruida por grandes olas, así que la gente iba a buscar refugio en la sierra. Mi familia se había ido ya, pero mi cuñada menor y yo habíamos ido ¡a la playa! Ella quería estar ahí y yo solo la acompañaba, en realidad no sé para qué. Había más gente en la playa, incluso alguien había puesto sillas. Yo finalmente le dije a mi cuñada menor que no podía estar ahí, que no quería morir y que me iba a buscar a mi gente que había logrado escapar. Cuando empecé a correr, la ola ya llegaba. A ella la alcanzó, y yo con las justas lograba salir, mientras veía como algunos lugares se inundaban. Finalmente llegaba a alcanzar tierras altas, y mientras empezaba mi camino de búsqueda, pensaba en si SÑ se habría logrado salvar. Fail.

Ahora, el último sueño es el que más me preocupa y el que más refleja lo que estoy sintiendo en estos momentos tan… raros, ya que no cabe otra descripción. Estoy en casa, en mi cama, para ser más exactos, con SÑ a mi lado. De repente, a mi lado, aparece MH. ¡Los tres estamos echados en una misma cama! Y la escena se parece mucho a una que vi en “El último emperador”. Los tres parecemos estar en la misma sintonía, pero por alguna razón yo salgo de la cama, salgo del cuarto, y cuando quiero regresar… la puerta está cerrada. Ellos se han quedado dentro… haciendo “eso”. Lo siento, pero no puedo decirlo de frente, es demasiado. Pero en mis sueños es así: ambos encerrados en mi cuarto, en mi cama, en mi casa, teniendo… “eso”. Yo estoy más que molesta, me siento insultada, ridiculizada y furiosa. Claro, que al final del sueño, cuando ellos salen (nunca los veo salir del todo), yo le doy una MERECIDA cuadrada a SÑ por haber hecho “eso” en mi propia casa.

En los tres sueños ha ocurrido lo mismo: me levanto de madrugada con esa sensación de terror aún palpitante, respirando fuerte, con los ojos bien abiertos en medio de la oscuridad. Ya mi sueño ha sido interrumpido, no puedo dormir bien luego de ello y al llegar la mañana yo quiero seguir durmiendo, pero al no poder y tener la obligación del trabajo, solo puedo estar de mal humor todo el día. Y todo por un incendio, un tsunami, por SÑ… y por supuesto, por MH.

Ahora mismo estoy de malas. Me duele la cabeza, tengo fatiga y siento una ansiedad terrible. El último sueño me ha dado a entender que SÑ no me dice toda la verdad, y yo tengo mucho miedo de su silencio. Tengo miedo de que se vaya lejos de mí para estar con MH, y no estar segura de lo que él siente por ella o por mí. Tengo miedo, así como tenía rabia cuando se acostó con ella en mi propia casa. Me siento tan insultada ahora como lo sentí en el sueño, y unas fuertes ganas de cuadrarlo y hacerlo cantar, así como me siento ahora.

* * *

Fuera de cualquier drama que pueda tener con SÑ, lo cierto es que mi trastorno del sueño ha sido así durante mucho tiempo. Pocas veces durante la semana logro conciliar un buen sueño, ya sea me acueste temprano o no. Los fines de semana tengo que dormir en el día y así recuperar un par de horas. Tengo un problema con esto, y quiero solucionarlo de una vez. Ir al médico es una buena idea. De esa manera tal vez no solo me libre de mi mal humor, sino de los fantasmas emocionales que no me dejan ni siquiera dormir tranquila.

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