miércoles, 20 de abril de 2011

Las mujeres como yo, ¿merecemos respeto?

El Fuhrer tiene una amante. Estoy segura que él consideraría esa expresión como una demasiado elegante para el tipo de mujer con el que se encama últimamente. Es su "tire", dicen los hombres como el Fuhrer, demasiado machistas para pensar si quiera que aquello que penetran no es un globo, sino un ser que piensa y siente. Siente mucho.

Esta mujer en realidad, fuera de tener el físico que le gusta a los hombres, no es muy especial que digamos. Tiene todo en su sitio, pero (y perdónenme por ser tan clasista, pero no encuentro una mejor expresión) es bastante "de barrio", la típica mujer que sale de las zonas bravas, con una clase muy baja, comparada con su alto interés en lo económico. Ex-prostituta, ex-ladrona, y que podría hasta levantarse a los hombres tan solo para obtener algo de ellos. Hoy creo que fue un claro ejemplo de ello, cuando la chica en cuestión le pidió al Fuhrer que la llamara vía SMS, y luego cuando hablaban, la mujer le pidió que le comprara una lavadora. ¡Una lavadora! El Fuhrer se ríe. Se lo negó, obviamente, pero nunca le negará las oportunidades que tenga en volver a acostarse con ella. Porque aunque la ningunee, la trate mal, la ignore y todo eso que hacen los hombres, él igual querrá meterse en ese hueco una y otra y otra y otra vez. Arriesgando su matrimonio, su familia y todo aquello que al parecer debería de importar. ¿El sexo antes del amor? Acá es el caso.

* * *

Veo a Cindy Merino, la bailarina/vedette/empresaria, llorar por un hombre que es Amilton Prado (jugador de fútbol... para variar), con quien estuvo casi hasta conviviendo con el consentimiento de su familia. Llora porque, dice, no sabía que él no se había separado de su mujer, como en algún momento le aseguró. Le exige que se aleje de su lado, que ya no quiere nada con un hombre que jugó con ella. El maquillaje embellece su triste rostro, su pena parece verídica a pesar de presentarse en un cuestionado programa de espectáculos. Al parecer, está claro que esta joven no es de las mismas vedettes que solo buscan jugadores para exprimirles todo lo que puedan. Parece que esta chica si lo quería de verdad.

Pero creo que soy la única que piensa así, la única que puede sentirse identificada con la historia de esta persona. En las notas que se publican vía web, los insultos parecen eufemismos para las ideas que todo el mundo expresa en contra de la chica. Le dicen de todo: que es una mentirosa es lo menos ofensivo... puta, zorra, roba maridos, rompe hogares, vedette de quinta que busca hombres futbolistas como otras. De todos. Para todas esas personas, Cindy es una puta cualquiera, es la villana de la historia por haberse metido con un hombre casado. Casado co una mujer que tampoco es una joyita. Es tan perra como lo sería la misma Cindy.

Tan perra como tal vez lo sea yo.

* * *

Me pregunto qué pasaría si hiciera abierta mi verdad. También sería tildada de gran puta, grandísima perra rompe hogares, eso es un hecho. Muy pocas mujeres tenemos la oportunidad de ver cómo son de complicadas estas situaciones en la realidad. Objetivamente hablando: esto es complicado. Porque no se trata solo de sexo, o de deseo, o de aprovechamiento, sino que ya se interponen sentimientos en el medio, y eso es lo que complica todo. Porque esto es algo que las mujeres que insultan y miran mal a otras como yo, deben de entender: esto se trata de sentir, de querer, más que de otra cosa. Nosotras no elegimos ser putas, o ser consideradas putas por ustedes, y aunque sabíamos bien a lo que nos metíamos, ya no podíamos salir así de fácil de la intrincada situación... porque lamentablemente terminamos excesivamente enamoradas de aquellas personas con las que nunca debimos de meternos.

Y eso es lo peor. Estar enamorada de alguien que nunca estará contigo SUCKS. Es un asco, es espantoso porque no tienes garantizado ni un minuto de paz en esas relaciones. Siempre estarás pensando en lo que está ocurriendo: ya sea si alguien los ve, si ELLA los ve, o si él está pensando en ella o en ti mientras se besan y se quieren. ¡Lo peor! es tener la duda de si él te puede querer tan como tú lo quieres a él. A veces el sujeto es quien se aprovecha de las emociones para hacer contigo lo que quieras, y si, también para hacerte esperarlo en un rincón para cuando tenga ganas de estar junto a ti, que puede suceder Dios sabe cuándo. Es como un chiquillo que guarda sus juguetes en lo más arriba de un armario: en el momento en qué lo extrañe, lo buscará, le limpiará el polvo acumulado y jugará con él. Luego lo volverá a poner ahí.

Esa metáfora no es muy lejana a la realidad: somos juguetes de nuestro destino y del sujeto en quien decidimos poner los ojos, a pesar de que todo el mundo nos dijera que no lo hiciéramos. Nosotras, tercas, en el nombre de aquello que llamamos "amor", le dimos el dedo medio al universo y jugamos uno de los peores juegos de la vida: el papel de amante. Y aunque poco a poco nos acostumbramos a escuchar que nos digan de todo, o sentir que somos la peor escoria de nuestro género, jamás nos hacemos a la idea de nuestra real condición. Somos queridas, somos alternas, pero jamás somos amantes. Esa palabra está fuera de nuestro vocabulario.

Hasta el momento en que no dejas de llorar por tu situación. Cuando te das cuenta que has perdido el respeto no solo del mundo, sino de amigos, familia y de ti misma, es entonces que puedes finalmente decirlo y sentirlo: eres la amante. Nunca tuviste derechos, no lo tenías a él si quiera cuando estaban juntos. Nada es tuyo, porque el camino que elegiste no incluía la garantía de derechos de posesión. A veces no lo sabes, y darte cuenta de ello entonces es más doloroso que si lo hubieras entendido desde el inicio, porque al menos entonces no tenías esperanzas.

Pero al menos te tienes a ti misma. Y a tu respeto. Y no pues, nunca nos darán respeto ni aunque les contemos nuestra telenovela personal. Siempre seremos apedreadas con frases dolorosas y jamás se nos mostrará cariño. Es muy triste, pero la sociedad es así, y aunque conocieras mujeres que, como tú, sufrieron por haber tenido que desempeñar el papel de amantes en la vida, igual te sientes sola. Igual estás herida, e igual deberás encontrar por ti misma el camino de vuelta a la dignidad.

Ahora la pregunta que queda es: ¿vale la pena todo eso "en nombre del amor"?

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