viernes, 28 de septiembre de 2012

Ilusionarse

Defino la ilusión como la forma de cariño más pura que pueda tener una persona hacia otra. Cuando éramos niños y sentíamos que un sentimiento nos quemaba por dentro hacia otra persona, lo llamábamos “amor” mientras nuestros mayores lo llamaban ilusión. Éramos muy pequeños para entender el amor, pero igual seguíamos viviendo en las nubes y con tantas cosas bellas en la cabeza y en el corazón, pensando en todo lo bueno de aquella persona que nos quemaba por dentro. Eso era la ilusión.

¿Cuándo uno ya es adulto puede ilusionarse todavía? Claro. El cinismo del día a día no nos quita la posibilidad de sentir como cuando éramos niños, y hasta de repente atesoremos más esa ilusión, ya que es lo más puro que podremos sentir a nuestra edad. Los adultos se ilusionan, pero con dificultad, y cuando lo hacen se vuelven tontos, soñadores, y un tanto desubicados. Pero al final, son felices y recuperan la inocencia de aquel entonces.

O al menos así es como lo siento ahorita mismo.


* * *


Hace unos días pude volver a salir con SÑ y no solamente era el cariño que siento por él lo que volvió a florecer, sino aquel sentimiento que me hace un tanto estúpida y me hace caminar entre las nubes grises de esta gran ciudad. Sé que es la ilusión, aquella que embellece a todo el universo y le quita los defectos a la persona que queremos. De repente la ciudad me era más hermosa luego de esa salida, el mundo era un lugar perfecto donde yo podía querer a SÑ sin ataduras y él me quería por completo a mí. Regresé a casa, hice mis cosas y dormí tan relajada como si todo el estrés de mi rutina hubiera desaparecido de mi mente.
El fin de semana lo pasé entre nubes también, y encima salió el sol, así que estuve mejor que nunca. Estaba bien tonta, la verdad, pero sobretodo feliz. ¿Cuántos de nosotros podemos ser felices con nuestras emociones, completamente felices? Yo lo estaba. Todos los problemas habían desaparecido, todos los planes eran posibles.
Y lo mejor: al inicio de la semana, SÑ quiso volver a verme. I was static. Estaba feliz, caminando con mis tacos entre nube y nube. Todo parecía bien, y la depresión que me invadió hace unas semanas, parecía desaparecer por completo.

Y entonces… volvió el silencio. No sé como, pero de repente la ciudad volvió a ser gris, uno de mis tacos rompió una nube y yo caí pesadamente a la tierra, con retazos de esa ilusión en mi interior, incapaz de controlar lo que ocurría a mi alrededor.
No fue SÑ: tuve un problema en la mitad de la semana y eso me hizo llorar bastante en un momento. Como le dije a él: nunca es fácil cuando personas que decían quererte por ser amigos tuyos, te desprecian tácitamente y de la misma tácita manera, no vuelven a comunicarse contigo. Olvidada. Mis amigos me habían olvidado, y cuando quise contar con SÑ para ello, amparada en mis ilusiones, él estaba muy ocupado con sus cosas para tomar en serio algo que en realidad no lo era tanto, pero me causó al menos 10 minutos de profundo dolor.
El dolor pasó. Pero SÑ seguía en silencio. Y yo empezaba a preocuparme, no porque él decidiera dar un paso al costado o desaparecer temporalmente (como suele hacer a veces), sino porque la ilusión que llevaba en el pecho se pudiera mantener intacta, pese a que lo que habían ocurrido en estos días, la estuvieran despedazando de a pocos. Lo malo de observar el mundo sin defectos, es que cuando estos llegan te golpean mucho más fuerte, y te dejan bastante mal herida, aunque ya los hayas vivido y superado antes. Ilusionarte es hacerte más vulnerable al dolor, y yo me sentía extremadamente vulnerable, porque mi ilusión era muy grande.
¿Era? Es. Hay un pedazo todavía de esa gran ilusión en mí. Yo aún pienso en el SÑ de aquella salida y me siento feliz. En parte me ayudó a salir de mi tristeza con rapidez, además de mi familia, la mayor ilusión de mi vida y quienes siempre estarán a mi lado, sea yo el tipo de persona que sea, siempre tendré una familia, y eso no me lo quita ni la ciudad gris, ni los amigos ingratos, ni el silencio de las personas.
Y así tampoco, me quitan mis ilusiones. SÑ, sigo ilusionada contigo, pero ahora de una manera más adulta: ilusionada y cauta, para que pueda volver a tener otra oportunidad de crear ilusiones que me endulcen la vida.




PS. El motivo del silencio de SÑ es más simple del que ustedes o yo me imagino. No es algo que me quite el sueño, aunque sí hace que lo extrañe mucho. Mi ilusión me mantiene a salvo incluso de mí misma.

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