domingo, 9 de mayo de 2010

¿Feliz? No, no lo creo

Son ya las doce y media de la mañana. Es domingo. Ya hace media hora que es oficialmente el día de la madre en esta zona horaria. No es por ser cruel, pero menos mal que no soy mamá. No soy lo suficientemente madura o desinteresada para poder críar un ser humano decente y saludable en estos tiempos. Pienso demasiado en mi carrera y en mis vicios sentimentales. Mejor estar así.

Con SÑ, las cosas han ido muy bien en realidad. Hemos redescubierto una amistad que nunca realmente existió entre nosotros, porque creo que desde siempre hemos sido "nosotros" (no voy a utilizar ninguno de los términos que utilizan los demas, ¡me niego!) y nunca intentamos si quiera tener una amistad. Aunque eso de todas maneras estaba dicho. Nos hemos reído más y la hemos pasado más bien cuando nos encontramos. La mayoría de mis crisis han quedado en el olvido y esa mala sensación que tenía todos los días está siendo enterrada por esta nueva era de felicidad.

Uy, chucha. Perdón. No, no es felicidad lo que quise decir. Eso jamás ha existido y jamás existirá creo. Al menos no en este momento. Aunque... recuerdo una vez que me sentí realmente feliz. Estaba con un grupo de jóvenes de la Iglesia que está cerca de mi casa, y practicábamos un baile que mostraríamos en una verbena en agosto. Era un ensayo nocturno ya que en otros momentos nos era imposible reunirnos. En ese momento yo estaba sentada en la loza deportiva del parque junto a la Iglesia, mientras miraba la luz en un trío de postes. Miraba las luces amarillas y en ese momento nada me molestaba, nada me ponía triste. En ese momento miré los postes de luz amarilla y gastada, y pude sentir esa felicidad que pocos han sentido. A los dieciséis años entendí la felicidad, y la sentí. Aunque fuera por una noche.

Pero luego de esa noche, he tenido solo sensaciones pasajeras. Como todos creo. Felicidad real, no, eso no. Al menos no ahora.

Lo de SÑ va bien. Él no ha vuelto a mencionar a MH, así que supongo que ella no pinta en este momento, mientras que yo lo veo más seguido, salimos al cine, a andar por ahí, o nos mandamos mails de manera interminable durante el día, y el Secretario no hace más que molestarse con mis intercambios. Y en realidad no entiendo por qué lo hace, no interrumpo nada ni dejo de hacer nada por escribirme. Allá él y sus manías opresoras. Yo soy feliz escribiéndole a SÑ la más insignificante cosa y esperar que él me escriba, y me encanta lo contenta que me pongo cuando veo una respuesta suya contándome más cosas. Así son nuestros días, que ya se vuelven más y más grises con el invierno que llega.

Pero también son grises por este sencillo motivo, y que es la razón de la entrada a esta hora en que la ciudad baila, toma y se divierte un ya domingo en la noche: TE EXTRAÑO SÑ.

Extraño lo que éramos. Extraño salir con él y que me dice con voz dulce "Te quiero". Extraño sus te quiero. Extraño cuando me besaba o incluso cuando me frotaba la pierna mientras íbamos en el carro. Extraño su sonrisa, su aliento en mi boca, sus abrazos, sus caricias. Extraño acariciar su pelo mientras pruebo sus labios, con ese sabor tan dulce que se quedaba en mí por días. Extraño quererlo y que me quiera. Extraño lo que éramos aunque fuera una mentira. Extraño tenerlo para mí solita aunque fuera en la oscuridad de un parque. Extraño... que me quiera, que me quiera como nunca lo hizo nadie. Y como probablemente nadie jamás me quiera.

Ojalá tuviera el valor de decirle todo esto. Pero temo que si lo hago, toda nuestra amistad que va tan bien, se vaya a desmoronar. Pero sé que en algún momento tendremos que hablar de esto. Y también sobre mis dudas acerca de sus sentimientos acerca de MH.

Por el momento estaré en silencio. Espero poder aguantar mis sentimientos un poco más hasta que llegue el momento oportuno. Mientras, dejo esta de Manzanero, que algún día me dedicara algún día de febrero que ahora parece tan lejano, cuando la distancia caía entre nosotros.

SÑ... ¡cuánto te quiero!


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