martes, 26 de octubre de 2010

Atravesando el Páramo

Antes que nada, no me malentiendan. Yo amé mucho a SÑ. Pero hay veces en las que realmente he llegado a odiarlo y he tenido unas increíbles ganas de mandarlo al cacho con todo eso que tiene él y que me jode tremendamente.

Pero... algo dentro de mí no me deja. Es como estar atrapada por mí misma. Y mientras eso sea así, no puedo avanzar tanto como quisiera. Pero tal vez no quiera. Este páramo lo tengo que atravesar lento y seguro. Y lo más importante (y lamentable): tengo que atravesarlo sola.

Ahora.. si tienen paciencia, esta será una entrada complicada.

* * *

Aprovecho la mañana en que estamos de paro para contar lo que he pasado estas tres semanas "sin" SÑ. Lo pongo entre comillas, porque el señor menos mal no se alejó tanto como yo temía. Cuando deliraba y me retorcía de malestar en esos cuatro días siguientes a lo ocurrido, de vez en cuando despertaba y derraba una que otra lágrima, imaginando que los días que venían yo prefería pasarlos llena de fiebre, antes que tener la cabeza lúcida para pensar en lo malo: estoy sola. SÑ me dejó, por MH. Por el pajarillo que vuela alto, libre, feliz. Ahora tenía que enfrentarme sola al mundo, a mi vida, a lo que se me venía encima y que yo imaginaba como lo más terrible en la historia de la humanidad.

Luego del blog anterior, SÑ y yo hablamos sinceramente y a corazón y cabeza abiertos. Era domingo en la noche. Yo ya estaba lúcida y con un malestar estomacal atroz, producto de todas las medicinas que había tomado en esos tres días. Medicamentos fuertes que me dejaban con náuseas y sin hambre. El domingo entero me la pasé mirando la televisión o hacia mi ventana, echada en la cama de mi cuarto. De vez en cuando lloraba, de vez en cuando me calmaba. Wish you were here, SÑ, pero no estabas. No era la primera vez, pero era la vez que más dolía.

Como sea, SÑ y yo hablamos esa noche. Recuerdo que hacía mucho que no lloraba así. Él me dijo muchas cosas, y algunas entendí, aunque por otras realmente quería mandarlo al diablo. Parte de mi ego, era eso, que no se resignaba a perder a la cosa más valiosa del mundo. Lo perdía, lo perdía para siempre, FOR-EVER-AND-EVER. Lloré pensando en lo que se me escapaba, en ese sujeto que me quiso con lentes y mi actitud nerd. Que me quiso y a la vez no. Lloraba porque tuve su corazón, y a la vez no. Lloraba porque perdía a pesar de que aún sentía. Y creo que él sentía lo mismo, aunque no lloró. Creo que su corazón estaba tan mal como el mío por ello. Porque él también me perdía a mí. Perdía lo que tuvimos, lo especial. Todo.

Esa noche me dormí ahogada en llanto. Si quería consuelo, iba a tener un poco.

* * *

A la mañana siguiente, sentada en mi oficina, tuve una sensación que pocas veces he tenido en estos últimos tiempos: una paz interior. De repente, sentí que me liberaba de un tormento que nunca necesité. De repente era libre de mí misma, de mis temores, de mis odios, y podía quedarme con lo mejor: el amor a SÑ. Todo lo que lo quise, lo que bailaba y cantaba por él. Las sonrisas, las risas, las canciones compartidas, los momentos. Podía quedarme con lo bello, sin necesidad de seguir sufriendo por lo malo.

La verdad... es que esa paz vino demasiado pronto.

Es cierto, que los días siguientes al rompimiento (por no decir, después de que fui desechada, porque eso suena feo y luego de lo que me dijo SÑ, no fue el caso) fueron buenos. SÑ y yo la seguíamos pasando bien, y reíamos más. De verdad, creo que nos sentíamos más libres. Eso duró... tres días. El jueves de esa semana yo me volvía a sentir mierda cuando un pajarillo feliz sobrevolaba mi mente nuevamente. Mierda. La verdad es que el detalle ese, es justamente lo que no me va a dejar ser, por más contenta que me pueda sentir con él. Hay un pajarillo, es MH, que chirria de felicidad, y me caga en el hombro, recordándome lo inevitable: "estás sola, niña, deal with it".

Igual. Luego de sentirme mal un rato, yo volvia a estar contenta. SÑ ya no tenía que ganarse con mi pena, y algunas partes del páramo las atravesé con una sonrisa desafiante. Si el pajarillo me cagaba en el hombro, yo seguía sonriendo, y hasta podía cantar. Era libre. Era feliz: quise y me quisieron. Lo demás, no importaba. ¡Menos mal SÑ me entendía! Me hablaba calmado y ya no me mandaba al diablo como una loca, sino que aceptaba mi locura y me tomaba de la mano de vez en cuando a través del páramo, ayudándome con su cariño en las partes más oscuras. Ese cariño sincero, que yo he sentido y siento, es lo que me ayudó en lo peor de estos días. Ayudada por SÑ, estaba mejor.

Y podía continuar con mi vida. Podía hacer cosas por mí, pensar en otras cosas y reír sin sentir el chirriar del pajarillo o mis otras penas. Puedo decir que he estado bien las primeras dos semanas, que me he mantenido, a pesar de las sombras de la realidad que me han querido ensombrecer. Me he sentido realmente contenta, hasta yo misma, regresando a la Faviel que era hace un tiempo, sin amarguras. Realmente, ahora que lo pienso, he sentido más esperanza de la que hace tiempo no sentía.

Pero... "lo dulce no es tan dulce sin lo amargo".

* * *

Lo que más me preocupaba, además de la soledad y la angustia del pajarillo, era que SÑ comenzara a olvidar lo que tuvimos y me tratara como a una simple mortal. Según lo he visto, SÑ siempre ha sido medio "Hot n' Cold", y tenía miedo de que en un arranque de esos me dejara de lado y fuera una chica más. No, eso para mí era de verdad lo peor, y siempre se lo dije: "no me importa si no soy la última, pero al menos quiero ser especial". Y de repente, tenía miedo que ya no fuera tan especial, after all.

G sabe que he estado mal, pero no sabe por qué. Mejor tal vez. Yo sé que es una buena amiga, y a pesar de todo me apoyará siempre, y yo haré lo mismo con ella. Entonces, ¿por qué siempre siento tanta pica del tiempo que pasa con SÑ? No me gusta que hablen, no me gusta que se miren, que se rían, y la paranoia ya no es graciosa y me está comenzando a asustar. Es increíble la cantidad de cosas que puedo llegar a sentir sin control, y soy incapaz de pensar objetivamente hasta que paso un buen momento sola. Yo sé que G no haría nada con SÑ, pero igual... ¡bah! Simone de Beauvoir debe de venir a meterme un quechi para sacarme las ideas estúpidas que puedo sentir en esos momentos.

Cuando veo como SÑ se refiere a ella, como le habla, como se ríe y le dice cosas que nunca me ha dicho a mí, comienzo a sentir como un pequeño Monte Etna se me forma dentro. Las placas tectónicas de mi pecho comienzan a temblar, quieren dar paso a la erupción que se abre paso. Es un temblor lo que ocurre, pero el volcán activo queda estabilizado. No pasa nada. La mayoría de las veces. Me la trago, esperando que pase. Y pasa, siempre pasa. Termino en mi casa diciéndome lo estúpida que soy, que debo de dejar de pensar en esas cosas, no solo por mi amiga y SÑ, sino porque no es bueno para mi salud mental. No sean ilusos, eso no funciona.

Llego a suponer luego de tanta meditación, que probablemente si esté mal de la cabeza. Estoy loca y soy una raraza, como me han dicho mucho a lo largo de mis veinte y picos años de vida. De repente sí necesite litio o xanax, para no andar en juergas innecesarias o cacheteando a quien no se lo merece.

Quiero calmarme. Relajarme. No molestarme con SÑ por ser como es, o con G por ser amiga de él. Quiero tan solo atravesar el páramo.

* * *

Si quieren que sea sincera: estos días no han sido nada fáciles. He estado medio perdida creo, pensando mucho en el por qué, en vez de en el qué hacer. Pienso en por qué SÑ me dejó, a veces pienso que no me quiere y que quiere a otra, además de a MH. Pienso muchas cosas, pero en verdad, no pienso en ninguna solución.

La solución es pararme con toda la actitud que yo sé tengo y enfrentarme al mundo. Enfrentar sin miedo lo que ya ha ocurrido: ¡ya me dejaron, carajo! ya no tengo nada que temer. Ya vi como es estar sin él, quererlo en llamas y estar en silencio. Porque en estas situaciones es mejor no decir nada. Puedo hacerlo entrar en llamas sin querer, y no es algo que quiera. Quiero quererlo así nada más, despacito, suavecito. Sonreírle y sentirme plena.

Estoy bien, aunque de vez en cuando no pueda estarlo. Esos son momentos, y ya pasarán. Mientras, DE HECHO, hay cosas más importantes: la chamba, los papeles de la facultad, mi estado físico y mi estado mental. MI FAMILIA. MIS AMIGOS. YO MISMA.

¿Yo misma? Mmmm... ¿y qué pasa si el páramo soy yo misma? Ahora que lo pienso, tal vez el páramo no está allá afuera de esta oficina, sino aquí mismo, en mí. En ese caso, es otra historia...

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