sábado, 30 de octubre de 2010

La resaca luego de la paranoia

Sábado. Dos y veintitrés de la tarde. En mi tele está Cinescape, fuera de la puerta de mi cuarto hay la bulla de muchos niños que juegan , a mis pies está Lassie y en mi cuerpo la pijama que no he querido cambiarme. La laptop en mis muslos, mis Lucky Strikes en mi mesa de noche, en mi boca un chupetín de fresa y leche- sabor a yogurt, en realidad- que me regaló SÑ hace varias lunas y que no abro hasta ahora.

Simone de Beauvoir descansa a mi lado, esperando a que continúe en mi lectura respecto al Matrimonio en la vida de la mujer. El control remoto a mi lado. Tengo lo que necesito en mi pequeño espacio que es mi habitación, que a veces hasta parece un cuarto japonés, ya que cada espacio está siendo utilizado por algo.

El único espacio vacío está en mi pecho. Quisiera que fuera lo mismo en mi cabeza, pero esta está llena de pensamientos. La cojuda que he sido esta semana ha desaparecido, se ha ido con sus inseguridades y sus ataques de pánico. Al menos por el momento, ya que el Día de los Pájaros y la semana de mierda se ha terminado.

Creo que ya he terminado con todo. Conmigo misma también. Con el páramo que soy.

* * *

"... and then to put it away." Es como Virginia Woolf dice lo que hacemos luego de vivir. Ponerlo todo a un lado. ¿Quérra decir que podemos decidir cuando es que terminamos con todo? Lady Woolf escribió muchas cosas conmovedoras respecto a la vida. Las tenía claras. Yo las veo de color barro.

Lo que pasa es que me cansé de esta situación. Y es una situación que yo misma me he causado. Un dolor innecesario que me impuse. Huevadas. Y creo que fue por el movimiento hormonal que tuve esta semana que me terminé jodiendo toda. Por eso es que estoy acá encapsulada. Esperando y esperando. ¿A qué? Supongo a que haya alguna señal, ya sea de que debo continuar a pesar de la pena. O hacer lo que pide Lady Woolf.

Pero no quiero terminar en un río con los bolsillos llenos de piedras, como Mrs. Woolf. Quiero vivir mi vida. No quiero estar pensando a cada instante "¿qué le pasa a SÑ?" o centrar mi vida en solo una cosa. Tener una sola fijación me es innecesario, o al menos así debe de ser. Por más dolor que haya, pero sin sufrimiento. Hay que mirar la vida a la cara. Joderla y no dejar que nos joda.

Hay que mirar el sol. ¡El sol brilla!, la vida sigue, el viento aún corre entre los árboles. Ahí estamos todavía. Quiero ello sin más paranoias. Aprender a ser la mujer que realmente soy.

* * *

SÑ a veces se portará raro. A veces querrá tenerme a su lado, pero al cabo de momentos, parecerá que la piensa mejor y se aleja caletamente. No creo que me quiera fuera de su vida. Pero de hecho que a veces se dice a sí mismo: "no puedo", y al decirse eso, o al ver que algo no sale del todo bien, comenzará a portarse "bien" para demostrar su fuerza de voluntad. Para no tomar decisiones equivocadas otra vez.

Él ya es grandecito. Yo debo aprender a no sentirme mal por eso o porque quiera verme ya con un novio. ¿Para qué? Yo siempre me sentí cómoda en mi soledad, con una que otra aventura con algún chico que duraba poco, pero en sí, no tenía novio ni nada por el estilo. Era yo. La soledad choca cuando quieres a alguien a tu lado y esa persona no está. Algo así como la describe el tío Ribeyro:

"... Pero la soledad real era otra cosa. Ahora la vivía y se daba cuenta cómo crecía el espacio
y se dilataba el tiempo cuando uno se hallaba abandonado a su propio transcurrir en un lugar que, aunque no fuese grande, se volvía insondable porque ninguna voz respondía a la suya ni ningún ser refractaba su existencia..."

Perfecto y preciso.

Yo aún estoy decidiendo qué hacer con todas mis emociones. Aún pienso como sobrellevar mi nuevo estado. Aún pienso si tomándole la palabra a SÑ y consiguiéndome a alguien seré más feliz. Aún lo pienso. Poco a poco se me pasa la paranoia producto de la explosión hormonal en la que estuve metida, y puedo pensar con claridad. Puedo pensar. Pienso.

Y aún no encuentro respuesta.

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