jueves, 23 de septiembre de 2010

Desastres Miniatura/ Catástrofes Menores

Es jueves en la noche y lloro. Lloro de miedo y frustración. Pensé que podría con esto, pero probablemente sea más grande que yo. ¿Qué hacer ante el enorme miedo del cambio? ¿Cómo cambiar? No tengo la menor idea como hacerlo. No sé si pueda hacerlo. Y todo por algo que ha sucedido en los últimos días.

Mi amiga, G, fue nombrada en un cargo mucho mejor que el anterior... gracias a SÑ. Y este post no se trata exactamente de SÑ, sino de lo que sentí luego de que SÑ me comentó de que G se iría a ese cargo, mientras yo todavía estaba obligada a podrirme en un trabajo que estoy empezando a odiar. No es que no quiera irme de ahí, sino que, ¿dónde obtengo otras oportunidades?, ¿cómo entrar a trabajar donde yo quiero si las puertas no se abren? Es como si se me negara eso que más deseo. Para variar, y para que vean que no solo se trata de mi vida afectiva: no solo me niega a SÑ, sino el trabajo deseado.

Probablemente es el karma, que me hace pagar por lo que le hago a MH. Pensé que con todo lo que yo era hasta hora era suficiente. Me equivoqué. Y me di cuenta cuando tuve que tragarme la cólera que sentía entonces y llamar a G y felicitarla por su nuevo trabajo adquirido. En esos momentos solo sentía rabia. Era una pregunta simple, ¿por qué ella y yo no? Especialmente porque tenía la oportunidad que yo tanto quería: SÑ 24/7. Mientras la enfermedad me comía los pulmones, la garganta y la nariz, tenía aún fuerzas para sentir cólera. Y mucha, mucha, mucha envidia. En realidad, era eso. Y eso amarga mucho, jode el alma. No me iba a dejar ser si no entendía las cosas bien.

Ayer G me dijo para ir a su nueva oficina, esa que ahora comparte con SÑ. De mala gana acepté, porque no quería ver lo contenta que estaba ahí. Hasta esperaba que le fuera mal en su nueva chamba. Lo malo se perfilaba desde la puerta: a pesar que siempre voy a dicho edificio por motivos laborales, a la hora de salida son muy estrictos con las entradas y no me dejaron pasar tan fácilmente. Cuando dije el lugar al cual iba, la tipa de la entrada me miró con rostro de extrañeza y preguntó "¿y la estan esperando ahí?". Por la forma como me miró, daba ganas de responderle mal a la muy puta, de mandarla a la soberana mierda, ¿acaso por la forma de mi ropa (que no era mala) o mi cara, no me pueden estar esperando arriba?, ¿es de tu incumbencia la razón por la que tengo que ir ahí? Si pues, ¡tengo que subir! Y bésame el nie si no te gusta, pero no me mires con tu cara de puta extrañada.

Luego de un rato, en que corroboraron seguro que no fuera miembro del MRTA o tuviera identidad falsa, pude ir a la oficina de G. Mejor dicho al piso, y ahí otro chongo, ¿a dónde va?, ¿a quién busca?, ¿quién eres, mortal u olímpico?, ¿tienes DNI, seguro, carné de sanidad? Bah. Estaba en ese plan interrogatorio cuando SÑ con toda la pana y elegancia que lo caracteriza en su cargo me encontró y autorizó mi pase. Uf. ¿Uf?, ni cagando. Estaba molesta. Entré de frente donde G y la cuadré sin que la pobre tuviera la culpa.

- Amiga, ¿qué paso?

- G, nunca más me vuelvas a pedir que suba a tu oficina.

- ¿Qué, qué pasó?- preguntó SÑ.


Le estaba contando a G, mientras que SÑ se desaparecía un rato Dios sabe a donde. Me quedé conversando con G, me enseñó algunas fotos y yo ya enterraba las uñas en la silla y en la mesa. Detestaba todo. Todo me llegaba a la punta de las tetas, y es que tenía muchas ganas de hacerle mucho daño físico tanto a SÑ como a G. Imaginando y recordando todo lo que podría pasar en ese lugar, tan ordenado... y cerrado. ¿Quién sospecharía? Nadie pues. Excepto yo, que sé de qué pata cojea SÑ. O al menos yo sospechaba. Bueno... sospecho, pero no tan exageradamente como en ese momento.

G tenía toda la mejor intención y buena onda del mundo. SÑ vino, se fue y pudimos conversar mejor. Intercambiamos chismes y todo, nos reímos, le conté del Fuhrer y sus percances (prometo ponerlo acá aunque me caiga demanda!) y finalmente, al final de todo, me sinceré y le solté todo: estoy picona porque estás trabajando acá, porque estás trabajando con SÑ (por si acaso: ella no sabe toooda la historia, pero si sabe que tengo cierto feelin' por el sujeto en cuestión) y yo mientras tengo que aguantar al Fuhrer y el hueco en el que sigo metida, no necesariamente por mi voluntad sino por... bla... bla... bla. Bueno, le solté todas mis inseguridades, y de pasó le conté lo último que me ha pasado y he comentado ya en este blog acerca de mis sucesos emocionales de los que me sigo recuperando. Pucha, terminé hasta llorando.


Ahí fue cuando comprobé que G era una amiga de verdad. En vez de comenzar a ponerse histérica acerca de mi desconfianza, y actuar como lo haría cualquier mujer (¡ni me digan que no lo harían!), ella me entendió y me juró y me re juró que nada de mala intención había con su entrada a ese lugar, y que con SÑ no pasaría nada ya que ella ama a su enamorado. Bueno... antes estaba segura que algo pasaría. Le he dado el beneficio de la duda, y es que... realmente no puedo confiar en SÑ. Sé que aunque lo niegue, si pudiera levantarse a cualquier flaca a su alrededor lo haría. Eso lo he comprobado, con todas las chicas que me cuenta le han gustado, en las que se ha fijado por una y otra razón, además de que su jefa (si, SÑ tiene jefa, ¡eso también es karma!) M, es una mujer "de la que podría enamorarse si no fuera tan mal humorada". Eso me contó G. Esto seguro lo leerá SÑ, y entenderá porque en la fecha de este post me puse así.

Al final, mi salida con G fue divertida como las que siempre hemos tenido (excepto por una). Paseamos un rato, conversamos más tendidamente y todo estuvo mejor. Yo en realidad comprendí un par de cosas. Y todas ellas las medité a lo largo del camino de regreso a casa.


* * *

Hoy es viernes. La tarde es soleada, y anoche la luna se mostró dorada, redonda y hermosa, accesorizada por una estrella que brillaba fuerte en el cielo despejado. La primera se mostraba y yo miraba los astros meditando en todo lo que G me había dicho mientras la 91 Ate-Surco me llevaba a casa.

En primer lugar entendí algo: mi vida no está tan genial como yo lo había pensado. Mis papeles de la universidad aún están ahí metidos y no he hecho nada para sacarlos. Claro, antes por indiferencia y la enfermedad que tuve estos últimos días me dejo inamovible hasta el lunes próximo en que termino con todo de una vez. La indiferencia y la costumbre del trabajo en el que estoy ahora me hicieron dejar de lado cosas muy importantes en mi carrera y de hecho que en mi vida profesional. Eso de hecho no es bueno, y mientras por eso justamente sigo en este hueco. Sin papeles, no hay oportunidades, y sin oportunidades... estoy jodida.

En segundo lugar, lo obvio. A pesar de que G recalcó ayer que no pasaría nada con SÑ porque ella no tenía "la misma relación especial" que él y yo tenemos, pensé un de los tantos dilemas existenciales con el señor. Si bien es cierto, SÑ se entiende conmigo bastante bien, también es cierta una cosa, y darme cuenta de eso fue una pequeña epifanía: estoy lejos de ser la mujer que él puede llegar a amar. A amar realmente. Con el comentario que me hizo G respecto a lo que SÑ pensaba de su jefa, llegué a una conclusión un tanto dolorosa. Estoy segura que MH está más cerca de ser una "señora" con sus letras, pero yo todavía tengo comportamiento de mocosa, aún soy muy maleducada. Soy terrible, y tendré muchas cosas en común con SÑ, pero no es suficiente. No lo será. Eso de paso sirvió para explicar varias dudas.

Es de eso que saqué la última, y la más importante, de las conclusiones. Si bien es cierto no "soy" ese tipo de mujer respetada y profesional, puedo llegar a serlo. Y no necesariamente por SÑ, sino en general. En realidad: por mí. Quiero llegar a ser de esas mujeres respetadas, orgullosas de sí mismas. Trasgresoras además, romper con el molde de lo tradicional y pasarse por el nie lo que piensen de ellas. Que el mundo sea mi escenario y yo actuar en él como desee, como sepa es lo correcto, como una señora. Una gran señora. Pensaba en la jefa de SÑ, y en que podría llegar a ser así. Tal vez un poco más. Favi reloaded.
La luna estaba fija en el cielo y yo pensé en todo ello. En mis desastres y catástrofes actuales y en mi deseo de hacer que cambien. Salir de este hueco de oficinas y emigrar a un lugar donde todo sea mejor, verde y submarino (a lo Pink Floyd). No solo ir por la tierra, sino volar, como le decía a mi mamá ayer que de paso le solté mis emociones debido a una pequeña discusión que tuvimos. Carajo, si yo pudiera ser al menos el 20% de lo que es mi madre, sería de lo mejor. Probablemente SÑ me querría.
Pero eso de que SÑ me quiera o no, no está en discusión. De cierta manera sé cómo se siente al respecto. Y eso me ha hecho pensar en el presente, en AHORA, más que en lo que fue con él o lo que será. No hay pasado, no hay futuro. Es el hoy. Con SÑ no veo más allá ni más atrás, solo lo que somos durante el tiempo que estamos. Eso ya lo arreglé. Y como me dijo G: "si no hay nada más que el presente, entonces vívelo como es". Si pues, puedo hacerlo.
¿Cómo? Puta madre, no tengo la menor idea. Pero mientras el día pasa, mientras el tiempo me de tiempo, aún puedo pensarlo, aún puedo tener una oportunidad de no vivir en una constante catástrofe, en el desastre que hasta ahora parece ser mi vida.

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