jueves, 30 de septiembre de 2010

El original Súmaq Ñahui: Tony Curtis


Es de mañana en esta vieja oficina. Mientras sigo molesta con el Fuhrer por fugar con origen desconocido, mientras atiendo diligencias y estoy con un nudo en la garganta por la cólera, me meto a la Internet a buscar algo de calma. Lo que encuentro supera a lo que voy sintiendo.

* * *

Mi madre siempre ha tenido un gusto especial para hombres a los cuales admirar. Desde joven le gustaba Elvis Presley con el movimiento de caderas y lo sexy en el thank you very much y en todas sus acciones. Cuando ya estaba más crecidita, pero igual de joven y guapa, le gustaba el cabello rubio y los ojos claros de Roger Moore. Ambos amores motivarían los segundos nombres de mis hermanos mayores, en honor a los guapos de la época. De esto, yo tuve conocimiento hacía mucho.

Lo que a mi mamá también le gustaba era un sueño en especial: en él, ella camina por la calle, jovencísima y radiante, cuando por la pista de repente veía un convertible y a dos sujetos en él: Roger Moore y Tony Curtis. "The Persuaders" saludan a la joven Ale, le piden que los acompañe, que se suba con ellos. Mi mamá jamás me ha contado el final del sueño. Pero me contó lo demás mientras comíamos nuestros helados favoritos del 4D. Ella se comía uno de lúcuma y chirimoya. Desde entonces le dije que ese helado era el Roger Moore (lúcuma) y Tony Curtis (chirimoya). Nada como "The Persuaders" dispuestos a ser saboreados con un conito de vainilla. Ñum ñum.
Mi mamá encantada con estos sujetos. Ella siempre dice que son estos los verdaderos galanes y no los que me gustan a mí. Mucho menos SÑ. Ni siquiera lo ha visto y ya puede adivinar que no es de estos. De-hecho-que-NO.

Pero a mi mami siempre le gustaron. Y yo entendía por qué, aunque no fuera con el mismo grado de histeria, entendía.

Cuando vi a Tony Curtis morir en los brazos de Kirk Douglas en "Spartacus", lo entendí. Cuando le decía varonilmente cuánto lo amaba, entendí qué era, aún sin conocerlo bien. Lloré cuando el joven esclavo Antonino moría en una noche oscura rodeado de soldados romanos. ¡Qué poesía! La suficiente de Kubrick para gustarme. Inolvidable. Así como cuando escucha cantar a Marilyn Monroe su mal de amores, vestido de mujer en "Someone Like it Hot", y se acerca para darle el beso más tierno del mundo mientras ella llora sentada en el escenario, y presto a decirle que ningún hombre vale sus lágrimas. Yo en ese momento también quería un Tony Curtis que me besara suave y me dijera que ni siquiera él valía mis lágrimas. Lo más dulce del mundo.

Quería un Tony Curtis, y encontré a SÑ, aunque con un poco de la locura de Jack Lemmon. C'est la vie.

Masoquista de mierda.

Pero esta entrada no es para SÑ, que desaparece y aparece cuando quiere (eso es un "tambiéeen viene"), sino por el buen Tony, aquel que se ha ido ayer, sin decirle nada a nadie, así como seguro apareció en la vida de mi mami y en la mía también. El buen Tony que en realidad era el buen Bernard Schwartz. Un judío neoyorkino que nos conquistó con su presencia elegante, sus ojos azules y su carisma. A todas. Hasta a la Marilyn que lloraba por él.

* * *
Tony se fue, ¿y quién en el mundo llora? No lo sé. He querido comunicarme con mi mamá, pero Ale está en el mundo real, enfrentando cosas reales. No sé como se ha sentido, pues es esa mujer puede ser de piedra cuando quiere, y cuando quiere no se le nota la pena para nada. No sé si habrá llorado por su amor de juventud, ese que quiso tanto, el que la conquistó como muchos a mí. Mami, quiero hablar contigo.

Quiero llamar a mi mamá y pedirle salir hoy, como antes, cuando la vida para mí aún era muy ligera. Quiero que en plena primavera invernal vayamos al 4D a comer nuestros helados favoritos en memoria del actorazo que se fue. Quiero uno con Bernard... perdón, con Tony, mucho Tony Curtis. Derramar una lagrimita por él tal vez. Recordar al original "ojos bonitos", preciosos ojos que de una vez decidieron cerrarse, como se cierra el telón de un teatro. Despedir al público, y que el público lo despida a uno entre aplausos.

Aplausos, Tony. Y como hago con todos los que se van: gracias. Muchas gracias.

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