sábado, 10 de julio de 2010

Odio admitirlo, pero...

Cuando me metí a la ducha hoy, momentos antes del encuentro entre Uruguay y Alemania, lloré como muchas veces lo he hecho estos días. Perdón, también estos años. La pena de siempre ocupaba mi mente, y a veces cuando las penas te nublan todo, es difícil pensar en algo positivo. Es difícil pensar en la gente que te quiere, en tu familia, en tus amigos, cuando lo que más deseas es solo que una persona te quiera, y te quiera como siempre lo soñaste.

En mis sueños, SÑ me quiere con el corazón. En mis sueños, ya no soy solo plato de segunda mesa, ese al que va cuando la otra no le ha dado bola o lo ha choteado por razones X. También cuando le sobra el tiempo. No, en mis sueños yo soy la única para él, a pesar de mis lentes, mi peso y mi estilo.

Pero hoy, cuando lloraba, la realidad caía pesadamente en mi interior. Aún cuando la escuchaba de otras personas, no lo creía, no pensaba que lo de SÑ fuera real, sino algo que estaba en mi imaginación, esa retorcida imaginación que tenemos las mujeres y transformamos en lo peor del planeta. Esos traumas femeninos que me contagiaban, era algo que yo negaba con toda la fuerza. No quería pensar que SÑ realmente NO ME QUERÍA. Lamentablemente, resultó más cierto, incluso peor que en mis pesadillas.

Mis sueños, están a millones de kilómetros de mi realidad. SÑ está más lejos de lo que pienso, y solo me dedica sus sobras... ¡como si fuera un perro! Perdón, creo que él tiene más consideración con los animales, y jamás le daría las sobras que a mí me ha dado. Si, es resentimiento el que habla por mí, y es resentimiento por encontrarme con la realidad que me hizo llorar en la tarde, porque odio todo lo que ocurre y que me ha llevado a este camino doloroso que no hace más que provocarme mucha infelicidad. Si, soy infeliz en estos momentos, y es porque me doy cuenta lo poco que SÑ me puede querer. ¿Cómo alguien puede querer tan poco?, ¿cómo es que puede decir una cosa, pensar otra y sentir otra? Es terrible! Es muy triste que me tenga en esta situación que no merezco (por más puta que haya sido este tiempo), y ya cae en lo patético mi comportamiento: me deprimo, no quiero hacer nada, rechazo a todo el mundo, y espero durante el día entero (si, sin exagerar) que suene el ringtone de mi celular que lo identifica. Espero que me llame y me diga que me quiere, que no puede vivir sin mí (como sé que no puedo yo)... o bueno, en el más simple de los casos, que diga que quiere y puede verme. Con eso nada más soy la mujer más feliz, me demoro un buen rato cambiándome, eligiendo lo mejor, arreglándome el pelo, maquillándome, quemándome la boca con Listerine (para que no sienta el mal aliento que alguna vez me dijo tener), ah y ahora quemándome los ojos con los lentes de contacto. Arreglarme... solo para tener su sonrisa. Solo para verlo contento, para que me diga "te ves bien". Con esas tres palabras, estoy bien.

Pero eso no sucede. Espero días, semanas, y SÑ nunca llama. Solo se comunica con MSN, y aunque tenemos conversaciones geniales, jamás pasa de lo mundano, de lo cotidiano, y de lo "amical". Las insinuaciones sexuales sé que no las toma en serio (no tanto como yo al menos), y en cuanto intento demostrar lo desesperada o triste que me pueda parecer la situación en que me encuentro, y el deseo enorme que tengo que me ayude, solo recibo rechazo por su parte. Aburrido es como se pone, se irrita... le jode verme mal. Pero no es porque le importe, sino que... no sé, perdon SÑ, pero creo que destruyo tu mundo perfecto y lleno de apariencias, porque según tú hago "dramas femeninos innecesarios", o sea que me hago bolas por las huevas, que solo quiero joder. Pero me parece que el problema es, que nunca te sentiste tan rechazado en tu vida. Ponte en esta situación: imagina que alguien que amas con todo tu ser, te rechace liminarme, te rechace con frialdad, que siempre te diga que tiene ocupaciones que prevalecen por encima de ti, que siempre hay algo en su vida que le impide que entres, que en su vida prácticamente no hay espacio para ti, que el tiempo es un ideal inalcanzable y que por eso no te lo puede dedicar. En pocas palabras: que te digan SIEMPRE "no tengo tiempo", "otro día será", "lo siento, hoy no". Y lo peor, que también te digan: "eso es una tontería", "no jodas", "deja de hacerte dramas donde no hay". ¿No hay? Ay, Cristo, ¿cómo puede alguien ser tan insensible al dolor ajeno?, ¿cómo puede no entender que con cada rechazo suyo, con cada palabra dicha con frialdad, mi corazón se parte un poquito más?

Tengo que secarme las lágrimas, que caen con fuerza sobre mi cara. Tengo que terminar de escribir esto, centrarme en lo que realmente me ha entristecido todo este tiempo. Y lo tengo: que no le importé. Si no le importé nada, tampoco le importé lo suficiente como para hacer algo por mí. En todo este tiempo, fui lo que quedaba. Yo alucinaba con que era alguien especial en su vida, que podría en algún momento entrar en ese corazón que nunca logré entender, pero eso no sucedió jamás. SÑ seguía con su vida, con sus amigos, con MH, con su trabajo, con su familia, mientras que yo solo me metía en la cama a llorar, a esperar, a ver la tele y no mirar nada. Me llamaban para salir y no quería. La gente de mi vida quería que los incluyera, pero yo estaba encaprichada con solo ver a SÑ, que solo él me hacía bien. Todo lo demás que no tratara de él me aburría. Me volví amargada al no poder tenerlo, y cada viaje suyo con MH era motivo para un nueva crisis de ansiedad, en el que podía llorar a gritos, jalarme los cabellos, golpear el piso, golpear mi cabeza contra la pared (esos dos últimos solo sucedieron una vez), llorar y llorar hasta que me pusiera a rezar y pudiera calmarme. A veces dormía tranquila en la noche, a veces no, pero siempre al día siguiente intentaba no pensar en los dos retozando en una cama, queriéndose como él no me quería a mí. Esos viajes eran una tortura emocional para mí, era pensar en lo que no podía tener, en que SÑ no era mío.

Hubieron pocos momentos en los que sentí que SÑ era mío. No puedo entrar en detalle de todo lo vivido, pero bastaba con tocar su mano, o que el tocara la mía. Perdón, creo que... si. Yo era más feliz cuando SÑ se acercaba a mí porque ÉL quería, porque justamente eso me encantaba: él quería. Me sostenía las manos, las entrelazaba con las suyas y me besaba la mano. Buscaba mis labios, porque los quería. Cuando él quería que algo mío fuera suyo, yo era feliz de entregárselo. Como dice Simone de Beauvoir, así es como ve la mujer el amor: la entrega. Y yo amaba entregándole todo lo mío a SÑ. Y era feliz. No me di cuenta que entregándole tanto, estaba perdiendo lo que era solamente mío. Le di todo. Me quedé sin nada cuando él se fue.

Ahora lo entiendo: SÑ se fue, se ha ido a querer a otra persona y esta vez el dolor lo llevo por dentro. Las crisis que tenía las he tenido que acabar, ya que mi familia comenzó a sufrir con ello. He tenido que aprender a llorar en silencio, a guardarme mis cosas y secarme las lágrimas para no preocupar a mis seres queridos. Mis papás me adoran, y yo a ellos, igual mis hermanos, mi prima, mis amigos. Por ellos es que sigo viva y no me corté las venas cuando SÑ terminó conmigo y me dejó de querer. Porque hace tiempo que SÑ ya no me quiere... y duele. Si tuviera que describirlo, diría que es como si algo en mi pecho se quemara. Un peso enorme me apaga la vida, la emoción, la pasión por todo, y también arde todo como si estuviera siempre en llamas. La cabeza me duele, me duele pensar en cuánto la quiere a ella, por qué ella es merecedora de su cariño. Las ganas se me van. La vida se acaba.

Luego, cuando pasa la pena, despierto a la vida nuevamente. Las cosas empiezan a tener sentido y soy capaz de sonreírle a mi familia. Paso el tiempo con mi prima y me río con ganas, hago bromas, juego y me río con mi gente. En la chamba me río con las bromas del Fuhrer, de los demás compañeros y me dedico al eterno papeleo. Incluso me puedo permitir unas palabras de fuerza: voy a estar bien, me dolerá, pero sobreviviré. Voy a tener 50 años más de vida, así que puedo vivirlos bien, sin penas y sin detenerme solo porque alguien no me quiso en su vida. Fue cuando SÑ me dejó, que descubrí la fuerza que existía en mi interior, entendí que si me quería y que podía hacer las cosas no para complacer a los demás, sino para mí, para que yo pudiera mejorar. Como dice Budha: antes de cambiar el mundo, hay que cambiar uno mismo. Mejorar. Y creo que estoy en eso, en fases de reflexión, en búsqueda de la negada paz y encontrándome a mi misma. Si: todo por el desamor de SÑ, un sujeto que a simple vista se ve insignificante. Aún recuerdo las épocas en que no significaba nada en mi vida. Pienso en ello como si fuera un sueño, una vida pasada, de hace mucho. Pienso en lo poco que sentía. Ojalá se hubiera quedado así.

Ojala SÑ me hubiera querido. Ojalá yo le hubiera importado, aunque sea un poquito. Ojalá estuviera a mi lado. Ojalá entendiera mis lágrimas. Ojalá lea esta entrada y me entienda, y también... que sufra un poquito. Que sufra con mi pena. Que entienda que MH no fue la única que resultó dañada con todo esto, y que yo tengo el corazón hecho pedazos. Que vea mi alma perdida y la consuele. Ojalá, ojalá él fuera ese tipo de hombre. Pero no lo es. Es más, si le mando esta entrada, probablemente la ignore y la olvide. No puede ayudarme más. Perdón: no puede, porque no quiere.

Es una pena, porque yo lo amo con todo mi corazón. Fue, es y será el hombre de mi vida, esa leyenda viva en mi corazón. ¡Qué pena que no me quiera como yo a él! Ojalá estuvieras aquí, dándome lo que necesito. Pero la vida es injusta, y aunque no estés aquí, igual hay que verla a la cara, con la fuerza de donde sea. Ojalá estuvieras... pero no. Ahora lo entiendo, y ¡cuánto dolor en ese pensamiento! Todo se acabó contigo, todo quedó enterrado. Ahora solo me tengo a mí misma. Y aunque tengo mucha esperanza en lo que suceda, también tengo mucho, mucho... mucho miedo.

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