viernes, 10 de diciembre de 2010

MVLL: una relación de amor y odio

Mi mamá me cuenta que por el lejano 1990, cuando en Italia se llevaron a cabo ese Mundial tan recordado por el tobillo hecho leña de Maradona, de Goicochea dejando de ser el mejor arquero de penales, y el pelo largo de Juergen Klinsmann... acá en Perú teníamos nuevo presidente. Alberto Fujimori se estrenaba como nuevo presidente democráticamente elegido, luego del caos dejado por Alan García, ese jovencísimo presidente que en vez de hacer un bien, dejó todo hecho una mierda. Fujimori entró, pero luego de una recordada contienda electoral con el reconocido escritor peruano Mario Vargas Llosa.

MVLL (como le dicen todos, y le seguirán diciendo) era todo un intelectual. Su cultura siempre ha sido gran parte de su esencia y la gente lo admiraba por ello. Mucho. Incluyendo a mis papás, que por entonces, ex-PPCistas, le daban su voto a MVLL. Y se lo dieron de hecho, pues votaron por él en las elecciones generales de aquel año. Fujimori salió de la nada, del Lago Titicaca del populórum, con el bastón otorgado por el pueblo para al final hacer historia. ¡Pero qué historia!

Creo que si yo hubiera tenido edad electoral en aquel entonces, también hubiera votado por MVLL. El sujeto se lucía con sus ideas liberales. Eso encantaba a los círculos más elevados de la política. Recuerdo haber visto el debate que hubo entre los entonces candidatos a la segunda vuelta electoral. Todo el mundo concuerda: MVLL le sacó la mierda a Fujimori, lo dejó mal, y me imagino que fue así con toda la labia que sabemos tiene, con esa cultura con la que naces, y que no obtienes ni aunque seas presidente.

Lamentablemente, MVLL no tuvo esa oportunidad, de ser presidente digo. Fujimori le ganó. Injustamente, ahora que lo veo.

* * *

Mi mamá odia a MVLL. Ve el reportaje que habla de su merecidísimo Nobel y tuerce la boca en señal de desaprobación. Yo la miró y me sonrío, y es que conozco los motivos que tiene mi mamá para no gustarle MVLL.

Cuando Fujimori ganó, MVLL se fue a España. Dicen que renegó de su nacionalidad, que hizo un berrinche de niño malcriado por no ganar las elecciones, y dejó de hacerse arequipeño hasta que se le pasara la cólera. No sé cuánto de verdad haya en eso, pero los hechos son ciertos en lo que me cuenta mi madre. MVLL se largó. No se quedó, se fue. Mi padre y ella vieron en esta acción un acto de la más alta traición con los que quisieron que él fuera presidente, que marcaron por su partido, que esperaban de él algo más. Fueron vilmente traicionados, y no tienen intención alguna de perdonar.

Yo era muy niña entonces, lo suficiente para no entender nada, ni enterarme. Mucho tiempo después, en realidad... 10 años después, yo leí el primer y el único libro que he leido hasta ahora de MVLL: "La ciudad y los perros". Me encantó... y me dio mis primeros deseos de fumarme un buen pucho. Pero me gustaba su literatura, su narrativa. Quería más. Tiempo después estaba en una librería con mi papá cuando vi un ejemplar de estreno de "La fiesta del chivo". Le pedí a mi papá que me lo comprara. Con una sonrisota en la boca como para conquistarlo.

Nunca olvidaré su respuesta: "No. En mi casa no se va a leer a Mario Vargas Llosa". Silencio. Enough said.

Los demás libros que hubieron en la casa fue obra y gracia de mi hermano Yumy, quien los traía comprando las promociones que salían con los diarios. No he tocado otro de MVLL, aunque ya tengo varios en la colección. No sé mucho por qué, pero creo que dejó de ser el endiosado escritor que todo el mundo lo hace ahora, debido a que encontré mucho más gusto y alma en las obras de José María Arguedas. Su mundo del campo y del indio me hizo sentirme más identificada con mi tierra que las andanzas sexuales y borracheras de un grupo de chibolos aburridos de sus superficiales vidas en el Leoncio Prado. Así lo veía entonces.

* * *

En la última Feria del Libro Ricardo Palma que se reunió en Lima me compré ese libro que mi padre me prohibió hace mucho: La Fiesta del Chivo. Es un tomo grueso que está esperándome desde mi tocador mientras yo termino de leer "El otoño del patriarca" de su ex-BFF Gabo. No imagino como habrá sido dejarle el ojo morado entonces. Me hace recordar a un pequeño encuentro que tuve con Farla hace varias semanas. Ella se escudó con "Cien años de soledad" mientras yo sostenía "La ciudad y los perros". Recuerdo que la miré y le dije: Farla, mira los libros que tenemos, ¿no imaginas como terminará este encuentro?.

Tampoco puedo imaginar lo que estará sintiendo el otrora "Varguitas" con esa Medalla con la figura de Alfred Nobel en la mano. Es obvio de emoción, pero, ¿que figuras, momentos, tiempos, emociones, pasarán por su cabeza en estos momentos?, ¿pensará en el puñetazo a Gabo?, ¿en la Tía Julia?, ¿en las dos películas de Lombardi basadas en sus libros? (LO QUE ME LLEVA A HACER UN FE DE ERRATAS: dos años después de devorar mi primer libro de MVLL- que me llevó a alucinar ser como él también-, leí "Pantaleón y las Visitadoras", durante un viaje memorable a Cuzco). Lo que MVLL piense, debe resumir toda su vida, toda su emoción. Todo lo que es, ha sido, y creo seguirá siendo.

Yo celebro. Disfruto de este buen momento que ha vivido el Perú a nivel cultural. Un peruano nobel, de literatura ¡qué mas! Tenemos una grandiosa costumbre literaria y lírica. El premio de hoy es una confirmación de ello. Grande Varguitas.

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